El atentado terrorista el pasado 17 de enero que dejó cerca de veintiuna personas muertas, es un acto que merece el repudio de todos los colombianos sin distingo de la posición ideológica, del partido al cual pertenezca o de cualquier otra condición. El país ha logrado pese a todos los obstáculos avanzar en la paz, al firmar un Acuerdo con las FARC. En las regiones y en las zonas donde el conflicto tuvo sus mayores escenarios de confrontación y violencia por causa de esta guerra no queda duda que lo logrado merece seguirlo profundizando para que por fin podamos pasar la página del conflicto armado. Frente a las marchas que se organizaron el domingo con el fin de manifestar el rechazo al atentado terrorista, no veo porque se puede prestar para la polarización entre los que están por la paz y los que promueven la guerra. Hay ciudadanos que sienten y tienen todo el derecho a salir a las calles a expresar su inconformidad frente a un hecho como este y no podemos condenar a quienes salieron a marchar. Las marchas y las movilizaciones al fin y al cabo son una expresión ciudadana libre en donde los marchantes tienen el nivel de consciencia para auscultar los fines de sus organizadores.
El problema, en mi opinión, es de fondo. La paz se debe construir en medio de las diferencias y contradicciones aún de los que se oponen bajo el argumento que el país se le entregó a la insurgencia. Así como al presidente Duque le quedo imposible volver trizas el Acuerdo debido a la presión social y la comunidad internacional, esperemos que al ELN no vuelva trizas la paz con acciones tan deplorables como el atentado en la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional. La negociación con las FARC ha traído más beneficios que males, a pesar que todavía persiste el conflicto con el ELN, otros grupos insurgentes, los paramilitares, las Bacrim entre otros. A los colombianos, independientemente de nuestra condición, nos debe preocupar es el futuro del país y exigirle a los actores armados retomar los diálogos y las negociaciones de paz, así el Presidente haya roto las conversaciones y declarado la guerra al ELN según la alocución presidencial. Emprender y retomar la vieja teoría de que a este grupo insurgente es posible derrotarlo por la vía militar es retroceder y llevar al país al caos y a la venganza más atroz. Las voces en contra de los diálogos no solo están en los partidos políticos, también en los medios de comunicación, en algunos empresarios, también ciudadanos que ante los actos violentos pierden la racionalidad y dan su voz de respaldo a las políticas de guerra. Es hora de retomar la calma y pensar más en el país que en los interese mezquinos de quienes quieren la guerra en cualquiera de los bandos. Hacemos un llamamiento a las organizaciones de la sociedad civil a emprender acciones en favor de la paz.