El estrés laboral es el segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente. Según datos de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, entre el 50% y el 60% de los días que se pierden en el trabajo se atribuyen a este estrés, generado principalmente por la reorganización del trabajo o la precariedad (72%), la excesiva carga de trabajo (66%) o el acoso laboral (59%). Eurostat señala, también, que durante un periodo de nueve años el 28% de los trabajadores europeos se ha sentido expuesto a riesgos psicosociales que afectan a su bienestar mental. Cuando las cifras se traducen en situaciones reales, todo va peor.
El psicólogo Herbert Freudenberg (Fráncfort, 1927 – Nueva York, 1999), autor de ‘The High Cost of High Achievement’ fue uno de los precursores de la descripción psicológica de los síntomas de agotamiento profesional, englobados en el denominado ‘síndrome de burnout’ o ‘síndrome del trabajador quemado’. Esta es una de las consecuencias que la crisis económica ha tenido en el mercado laboral: el agotamiento generado cuando un trabajador tiene que hacer el trabajo de dos o tres personas, a medida que las empresas despiden trabajadores que no sustituyen.
Después de la definición inicial de este síndrome, las psicólogas Christina Maslach y Susan Jackson extendieron su descripción y dividieron el ‘burnout’ en tres dimensiones: la del agotamiento emocional, la despersonalización —término que hace referencia a la actitud de forma negativa hacia las personas del entorno laboral, lo que favorece el desgaste del ambiente en el trabajo— y la baja realización personal —una especie de círculo vicioso del que participan la frustración, el bajo rendimiento laboral, el estrés en el trabajo, el desgaste profesional y la ausencia de expectativas a futuro—. ¿Pero cómo se puede identificar si una persona sufre o no este ‘síndrome de burnout’?
Existe un test específico para ello, el Maslach Burnout Inventory, con el que se puede determinar si se sufre este síndrome. No obstante, es muy importante tratar de frenarlo antes de que uno se vea totalmente atrapado dentro del círculo del ‘burnout’. Para ello, siempre que se dé positivo en alguna de las dimensiones pero no en las tres, significa que se tiene «mucho más riesgo de caer en este síndrome», tal y como explica el ‘coach’ personal David Muela, fundador de Cambiaturumbo.com.
¿Cómo frenar el ‘síndrome de burnout’?
Antes de padecer el síndrome es importante hacer una valoración de la situación personal en el trabajo. El primer paso, según Muela, es identificar y clasificar los principales valores de la vida y ver las reglas que influyen en ellos. Sabiendo estos datos, es mucho más facil sopesar si se prefiere un cambio de rumbo laboral o no. «Si no están alineados tus valores con los valores de la empresa tienes una alta probabilidad de que acabes quemado y empieces a sentirte no realizado en el puesto de trabajo», explica.
Después de esto es vital aprender a ser asertivo. La RAE define a la persona asertiva como aquella «que expresa su opinión de manera firme». Es importante saber cuándo se está siendo víctima de manipulación por parte del empleador y, en este punto, evitarlo. «Es cierto que si se tiene un jefe que coacciona o manipula y de un día para otro se le dice que no a todo siempre planea el temor a ser despedido o degradado. Pero hay que hacerle ver que es mejor tener a alguien con quien tener cierto debate en lugar de alguien que a todo responde que sí sin criterio», explica este psicólogo, cuya experiencia personal ha aprovechado para impulsar a los trabajadores a encontrar su verdadera pasión profesional.
Otro punto clave es buscar apoyo en el entorno laboral, ya que su ausencia fomenta el desgaste profesional, pero también el deporte. «Los estudios demuestran que si haces ocio activo esto puede ayudar a mitigar los efectos que produce la insatisfacción laboral», explica Muela.
Acudir a un especialista
Al igual que cuando se tiene un problema físico se acude al médico, es importante prestar atención a las señales que nos marca nuestro cerebro. Aunque a diferencia de una enfermedad u otra afectación física, este tipo de situaciones, como el estrés laboral o el ‘síndrome de burnout’, no se curan con medicinas. «El profesional que sabe de psicología y utiliza el ‘coaching’ lo hace como herramienta, pero no para imponer unas pautas, sino parahacer a la persona consciente de en qué punto se encuentra y cuál es el objetivo que quiere conseguir».
«Muchas veces el problema que se tiene es que existe un patrón de pensamiento muy tóxico —un embudo que cada vez se hunde más, en el que uno siente que está quemado, no deja de discutir con sus compañeros…—», explica David Muela. En este contexto, el ‘coach’, señala, «ayuda a enfocar desde otra perspectiva» pero «nunca va a decir lo que uno tiene que hacer, sino que ayuda a que uno vea su propio objetivo».
A menudo de forma inconsciente, desde pequeños recibimos lo que Muela define como «unos patrones de pensamiento considerados tóxicos». «Es como el típico ‘No vales para esto’, se dice para proteger, pero nos acaba limitando», señala. Así, hay que «buscar una alternativa». «El ‘coach’ hace las preguntas correctas: al estar fuera del entorno de esa persona, el profesional no está centrado solo en el problema, sino que ayuda a generar una estrategia y un objetivo, y a desbloquear conflictos internos», añade. «Al desconocer su propio estado mental o emocional es muy difícil encontrar una solución», apunta. Por eso, si una persona «tiene un temple muy fuerte» quizás no necesite acudir a un profesional, pero cuando uno se da cuenta «de que cada vez está peor y tiene la sensación de no saber por dónde salir», un ‘coach’ termina siendo muy útil porque se convierte, según Muela, «en un compañero que acompaña de principio a fin».