
Lic. Anuar Cortázar Cáez
Como la esperanza es lo último que se pierde, estoy evitando a toda costa su extravío en este tránsito hacia el nuevo año, no me resigno a que la muy verde, alimento de los pertinaces, se la coma el chivo del conformismo, la inerciay el continuismo sigan arropando a Maganguéen sus administraciones. Suena una larga lista de aspirante a la alcaldía con buenas intenciones y formidables proyectos como en todas las épocas de elecciones que ofrecen y prometen dar el cielo, la tierra y la gloria, ese es el pan de las épocas electorales.
El 2022 fue muy duro con los bolsillos y el corazón de los colombianos y magangueleños. La inflación galopante, proveniente del encarecimiento global y también de nuestros propios desórdenes económicos a la sombra del ordenamiento, y un cumulo de insuficiencias intestinales voraces de los administradores del municipio, así es la canción de siempre, te lo voy a decir, te lo voy a decir…Y el pobre pueblo de Magangué agobiado por la inseguridad, la pésima movilidad que da miedo andar por sus calles. Calles llenas de huecos intransitables, y el desorden de la economía informal donde no se puede caminar, se han tomado los andenes, no por culpa de ellos, sino por la falta de organización y planeación de los coadministradores y el alcalde de este bello, pero desordenado municipio, sabemos el empuje y la gran economía que se maneja en el municipio que si se dosifica y se racionaliza en su organización se tendrán excelentes resultados, pero no, aquí los mismos con las mismas y todo sigue deteriorándose.
Aunque no avizoro sustanciales mejoras en la economía y el bienestar del municipio para este año, detesto el alborozo triunfalista de confundir deseos con realidades, al menos hago votos por que se desaten las reservas dormidas y aún trancadas a lo interno en las fuerzas productivas, con incentivos más que con prohibiciones y trabas al emprendimiento de los actores económicos, estatales, cooperativos y privados. Que las empresas comiencen a despegar, y la dejen despegar. Que la agricultura trascienda las promesas y la proyección hacia un campo productivo, porque ya no aguanta más la espera de planes y palabras.
La que más debe preocupar es la holgura extendida a la sombra del delito, la corrupción y la economía marginal, esa que ya es una amenaza a la salud de nuestros campos y ciudades.
Que se desarticule de una vez, sin más compromiso que con los destinos del municipio y de los que sudan la camisa y se exprimen el cerebro, el poder retardatario de la burocracia y sus dogmas y herramientas oxidadas, ya inservibles que lo que han hecho es un atraso de desarrollo a Magangué.
Por eso en este año electoral, no se deje llenar de cuentos y falacias con las mismas frases y charlas de siempre, dejándose engañar por unos cuantos pesos.. $$$, que ello lo que invierten en sus campañas lo sacan muchas veces del erario público. Magangué necesita alcalde y concejales comprometidos con las comunidades, no con sus gamonales políticos que hacen los que le digan sus jefes, no nos engañemos con los políticos y politiqueros porque no poseen sentido de pertenencia y pertinencia con el pueblo.
Que, que, y que… no terminaría nunca en mis buenos deseos para un municipio que necesita también responder a los cómo. Por lo pronto, brindo porque en 2023 apenas nos tomemos un resuello de ánimos y fuerza, y nunca mirar atrás. Que cada quien cuente y valga en la gran obra, con entera libertad. Ya es hora de decretar la extinción del no y el imposible. Este municipio envejecido necesita retener jóvenescon proyectos de vida y de sueños aquí, con prosperidad y esa verde esperanza que no debemos marchitar, ni dejar que el chivo del conformismo y la inercia nos la arrebate. Y disculpen si he repetido sueños y votos de otros años. Es que sigo creyendo y soñando… con los pies bien puestos en la tierra por un mejor Magangué.
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