Primero se dijo por parte del Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla que el Presupuesto General de la Nación (PGN) para la vigencia del 2019 había quedado desfinanciado en $25 billones; luego, sin mayores explicaciones, se redujo a $14 billones el déficit y de allí que el proyecto de ley de financiamiento presentado por el Gobierno a la consideración del Congreso de la República ascendía a dicha suma. Pero, en vista de que se le cayó por inviable su propuesta de ampliar la base del IVA del 53% al 80% de la canasta familiar, con la cual se esperaba recaudar $11.3 billones de los $14 billones, se tuvieron que conformar con sólo la mitad de ésta que era la meta.
Mientras esto ocurre con el PGN, para sorpresa de todos, el Presupuesto del Sistema General de Regalías (SGR) cuyo proyecto para el bienio 2019 – 2020 se había aforado por parte del Gobierno en la suma de $19 billones, finalmente se terminó aprobando, a pedido del Ministro Carrasquilla, con un monto de $ 24 billones, para un incremento del orden del 80.8% (¡!) con respecto al bienio anterior (2017 – 2018). Para ello se adujo que el Presupuesto inicial había tomado como base un precio del crudo para este año de US $65 el barril y para el año entrante de US $67 y según la proyección del Banco de la República el precio promedio para este año será de US $72 el barril.
Pero, lo que se predica para el Presupuesto del SGR es válido también para el PGN, por ello se puede prever que entre mayores impuestos que pagarán las empresas petroleras y mayores dividendos que le girará ECOPETROL a la Nación se pueda enjugar el déficit para el 2019. No obstante, para la Asociación de Instituciones Financieras (ANIF) y para los investigadores de la Universidad Nacional Javier Ávila y Jorge Armando Rodríguez a partir del 2020 la situación fiscal se tornará cada vez más difícil y la Regla fiscal estará en un grave predicamento, asumiendo el riesgo de perder la calificación de Inversión para la deuda soberana de la Nación.
Y mientras la Gobierno Nacional se verá en calzas prietas para cuadrar sus cuentas y empezará a saltar matones a partir del 2020 hasta el término de su período en 2022, el Ministro de Hacienda persiste e insiste en mantener en el proyecto de ley de financiamiento y por lo visto los ponentes también todo un cúmulo de gabelas impositivas para las empresas, so pretexto de que estas “puedan generar más y mejor empleo”, como lo ha sostenido el Presidente Duque. Las mismas se han convertido en inamovibles para el Ministro de Hacienda y para el Gobierno. Tales beneficios y la conveniencia de los mismos no han sido materia de discusión, la cual se ha centrado en el IVA primero y luego en cómo tapar el hueco que el mismo gobierno está abriendo al mantener y ampliar las gabelas impositivas al gran capital. Con razón, a esta reforma tributaria, que se ha disfrazado de Ley de financiamiento, la ANIF la ha catalogado con mucha propiedad como Ley de desfinanciamiento. Ello es muy cierto, porque lo que se está es abriendo un hueco para tapar otro y a la postre el recaudo del Estado se reducirá del 14% actual, como porcentaje del PIB, que según la Comisión del gasto y la inversión pública resulta insuficiente, a cerca del 13% en 2022. Así no se puede!
Y así, a la chita callando, debate tras debate en el Congreso y en los medios, allí sigue solapadamente la proliferación de beneficios tributarios para las grandes empresas y digo que para las grandes empresas porque, como lo acota el analista de la Red de Justicia tributaria Mario Alejandro Valencia, “según ACOPI, el 52% de las utilidades empresariales están en el 0.73% de las empresas. Así que los beneficios serán para menos de 10.000 empresas de las 1´300.000 que hay en Colombia”.
Como lo dice el Presidente de FASECOLDA y actual Presidente del Comité Intergremial Jorge Humberto Botero, “como regla general son inconvenientes las gabelas sectoriales, en especial si no se las justifica con anterioridad con sólidos argumentos y se omite computar el sacrificio de ingresos fiscales que comportan”. No puedo estar más de acuerdo con Botero, pues ni lo uno ni lo otro se ha hecho y los contribuyentes no pueden tragar entero. Es de anotar, que mientras los mayores ingresos que le reportará a la Nación esta Ley sólo resuelven el déficit del PGN para el 2019, en contraste los beneficios para las empresas que se aprueben tendrán un carácter permanente. De aprobarse esta Ley, como está concebida, se sigue que para el próximo año por esta misma época estaremos lidiando con otra reforma tributaria para arbitrar los recursos necesarios para solventar el déficit de los años subsiguientes.
Bien dice el ex director del DNP y ex director de ANIF Armando Montenegro, al referirse a “la fuerte rebaja de los impuestos y creación de generosos incentivos tributarios a las empresas”, que “numerosos estudios y la experiencia internacional, sin embargo, no confirman estos planteamientos y, más bien, muestran que estas políticas únicamente incrementan el déficit fiscal. Si el costo de esas medidas es el desorden financiero y la pérdida de confianza en la economía, el efecto neto sobre las empresas, inicialmente beneficiadas de las rebajas tributarias, seguramente será negativo” y, de contera, ello van a contrapelo del compromiso adquirido por el Presidente Duque de que “la equidad sea el gran objetivo” de su gobierno “y el gran objetivo de todos”. Así de claro!