Un corazón prestado necesitarán los hinchas del Junior de Barranquilla, que sufrieron como condenados en el Atanasio pero al final gritaron campeón y celebraron la octava estrella de su historia.
Enorme fue el esfuerzo de un Medellín que se quedó a un solo gol de los penaltis, pues se impuso 3-1 pero acabó 4-5 en el global.
El primer susto de la tarde llegó a los cinco minutos, un zurdazo tremendo de Cano que, por fortuna para Junior, salió apenas por arriba. Al 14 avisaba Caicedo, habilitado por Cano antes de sacar un remate cruzado, muy cruzado.
Un remolino, a los 15 minutos, sacó de la silla a más de uno: lo intentaron por izquierda y por derecha los de rojo y a puro reflejo la sacó Viera mientras sus compañeros no atinaban a rechazar con suficiencia.
Milagrosa sería la atajada del uruguayo a Cano en el minuto 37, en medio de la duda de sus centrales, jugada que debió encontrar recompensa en el contragolpe posterior, un mano a mano del goleador Luis Díaz con David González, en el que salió airoso el portero.
En la segunda etapa, con la necesidad de marcar al menos dos goles para forzar los penaltis, se apresuró Cao a probar de afuera a Viera y respondió a medias Viera, cediendo un rebote que, para su felicidad, no pescó nadie.
Al 49, Jarlan se fue inédito del Atanasio y el argentino Sambueza llegó con un tímido intento al campo, aunque la pelota seguía en los pies del local, que dominaba los intentos y mostraba la entereza física que le faltaba a su rival. Así fue al 53, cuando Caicedo metió un cabezazo en el área al que llegó seguro Viera.
El lío es que el uruguayo no tuvo en la mayor parte del partido un apoyo de sus compañeros, que dejaron libre a Castro para que fusilara al 54 y lograra el 2-0 parcial, ese que enloqueció a la tribuna roja y que le dio mucha vida a la final.
Viera salvaría a Junior al 60, en un remate violento de Caicedo y sufría como condenado aquel que llegaba al Atanasio con una ventaja de tres goles. Y habría tiempo para el lucimiento de González, arquero del DIM, sacando el remate de James Sánchez.
Llegaría el minuto 71 y con él una pizca de suerte de campeón: el recién llegado Yony González encontró una pelota libre y desde afuera le pegó sin miedo, no sólo para descontar y poner el 2-1 que alejaba los penaltis, sino para darle aire a un Junior que arrastraba las piernas casi desde el inicio del segundo tiempo.
El local, que era una tromba sobre la puerta de Viera, sintió el gol y le costó encajar de nuevo las piezas, hasta el intento de Rentería a 15 minutos del final.
Pero la angustia estaba lejos de terminar: el error de Viera, uno de los pocos en el duelo, fue capitalizado por Cano, que apareció para pescar el rebote y poner el duelo 3-1, cuando se jugaba el minuto 80 en el Atanasio. ¡De nuevo acechaban los penaltis! Y más cuando al 88 le negaron a Caicedo un penalti clarísimo y en el 91, auqnue ya no parecía una falta tan clara.
Al final, para tranquilidad de Junior, el reloj hizo lo suyo y la octava estrella por fin se cosió en el escudo. Se borraron las figuras pero emergió Viera para guiar a los suyos al título de Liga y al consuelo tras la dura caída en Copa Suramericana.