En nuestra sociedad actual, la pureza tiene dos valores opuestos: Mientras la droga más pura es la más cara y todos buscan el detergente que deje la ropa más blanca, muy pocos se preocupan de mantener su alma y su vida pura, de cara a la vida eterna. Incluso, quienes se confiesan seguido son a veces criticados, y se les califica despectivamente de «mojigatos». La Virgen María nos invita a vivir un ideal de pureza, aunque para ello tengamos que ir «contra corriente.»
La Fiesta de la Inmaculada Concepción es una costumbre popular enraizada en nuestras creencias católicas, en la cual rendimos homenaje a la Virgen María. La noche del 7 de diciembre, conocida como la “Noche de las Velitas”, se encienden velas y faroles, recordando así el instante en que el Ángel Mensajero se aparece frente a la Virgen para solicitarle su consentimiento para la concepción.
María tiene un lugar muy especial en nuestros corazones por ser la Madre de Jesucristo. Sólo a ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original, como un regalo especial para la mujer que sería la Madre de Jesús y madre nuestra.
Jesucristo, el Salvador prometido, tendría que venir a nosotros mediante un acto purísimo, libre de todo pecado; para que esto fuera así tendría que nacer de una mujer totalmente pura desde el punto de vista sobrenatural y moral. Dios, como muestra de su gloria y poder nos trajo a la Virgen María engendrada y nacida libre del pecado original, que es lo único que podría mancharla. Esto fue posible por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo.
Por mérito y gracia de Jesucristo al ser ella escogida para ser su madre y haberlo aceptado, ella fue liberada, para que el Hijo de Dios que es santo y perfecto naciera de una mujer que hubiera sido concebida sin la mancha del pecado original.
El Papa francisco afirma que las velitas en su simbolismo, representan la unidad familiar, la fe y la esperanza. Es un momento idóneo para encontrarse con la familia y abrazar las creencias cristianas.
Invito a las familias la noche del 7 de diciembre a encender una luz por las personas que sufren, por aquellas que carecen de un techo, un hogar, de un plato de comida. Enciende una luz por la paz, la vida y la reconciliación.
Esta festividad nos invita a la oración, para agradecer el inmenso amor de Dios mediante el amor maternal de María a la humanidad. Porque ella no es solo la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, sino que también es nuestra madre y nuestra amiga.
Confiemos en Ella y depositemos con cada velita nuestra confianza en su amor maternal, para que se convierta en un ramillete de hermosas flores que le entreguemos. Agradezcamos a Dios el maravilloso regalo de enviarnos a su hijo Jesucristo por medio de la Inmaculada Concepción de María.
María, con su bondadosa intercesión hace brillar la luz de Dios y nos la da a todos los hombres para recibir su amor particular por cada uno de nosotros. Que la noche de las velitas, sea motivo de encuentro en familia, lleno de fraternidad humana; así mismo pidámosle por la reconciliación, por la paz, por un mundo mejor.