Los ecuatorianos acudieron a las urnas para contestar siete preguntas sobre temas políticos, sociales y medioambientales. Tres de ellas dejaban al descubierto el enfrentamiento de los ex aliados políticos, Lenin Moreno y el ex mandatario, Rafael Correa. Según el conteo rápido del Consejo Nacional Electoral, un 65,7% votó en rechazo a la reelección indefinida, frente a un 34,3% que estuvo a favor. La diferencia era aún mayor en lo referido a la pregunta para que se sancione a toda persona condenada por actos de corrupción: en ese caso un 74,9% de la población apoyó la medida, frente a un 25%. Había un tercer ítem que molestaba a Correa y era la reforma que proponía enmendar o derogar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, un emblema del correísmo. En este caso, un 64,5% votó a favor mientras que un 35,5% estuvo en contra.
La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Nubia Villacís, confirmó la participación del 74,80% del padrón electoral, que representa un avance en comparación con el ausentismo de jornadas electorales anteriores, en las que sobrepasó el 20%.
«Las decisiones que tomamos el día de hoy van a ser trascendentales para el futuro del país, para que nuestros niños vivan protegidos, para que las personas corruptas no vuelvan a burlarse de nosotros (…) por el cuidado a la naturaleza, por la reactivación económica», dijo Moreno tras votar en una universidad del norte de Quito. Agregó: «Felicitaciones por haber vivido esta fiesta democrática con paz, con tolerancia y con respeto».
Correa, quien aguardó los resultados en Guayaquil, dijo a los medios locales al cierre de las urnas que “los que conocemos la historia ecuatoriana sabemos que la situación puede cambiar totalmente en dos meses”. En caso de quedar arrinconado, el ex jefe de gobierno no descarta promover una Asamblea Constituyente con plenos poderes para eventualmente destituir a moreno y redactar una nueva Constitución.
El ex jefe de gobierno, que alega “persecución y hostigamiento” en su contra, denuncia que Moreno quiere utilizar la consulta para inhabilitarle por la vía judicial con la pregunta de que los condenados por corrupción no puedan ejercer la política. “Se inventarán un delito contra mí para inhabilitarme. Es la nueva estrategia de la derecha para destruir a los dirigentes progresistas, como hicieron con Dilma, Lula o Cristina”, advirtió.
Moreno, al iniciar su mandato, demostró rápidamente que no sería un títere de Correa e inició un gobierno distinto al de su antecesor. Se convirtió en un feroz crítico del ex presidente, líder del “Socialismo del siglo XXI”, al que acusa de haber derrochado la renta petrolera y de haber liderado un gobierno corrupto. Propone reestructurar el órgano creado por el ex gobernante para nombrar autoridades de control, lo que en la práctica supondría una “descorreización” total del Estado.
Para el politólogo Simón Pachano “el margen (de victoria) es lo que hay que ver. Si Moreno obtiene un margen grande, él conseguiría el objetivo fundamental de la consulta que es legitimarse” en el cargo, al que llegó tras un apretado balotaje. Pachano, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Quito, agregó: “Todos los votos del “No” serán de Rafael Correa. Supongamos que tenga un 40%, él puede reivindicar eso y decir somos la primera fuera política del país”.
En un anticipado desmontaje del correismo, Jorge Glass, aliado de Correa y reelegido vicepresidente en binomio con Moreno, fue a la cárcel. Condenado a seis años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. Otros funcionarios también se vieron salpicados e incluso el mismo Correa, que deberá declarar ante la Fiscalía por presuntas irregularidades en una millonaria venta de petróleo a China y Tailandia durante su administración.