Una situación que se repite día a día, centenares de bultos de cascarilla de arroz son depositados en humedales del municipio de Magangué, ante la mirada permisiva de las autoridades.
Este es precisamente el problema que preocupa a los habitantes del barrio Belisario, más allá de la inseguridad y de la desnutrición que padecen los menores de edad. En los alrededores de la Ciénaga del Rabón, varias personas se dedican a almacenar ese producto y a venderlo a conductores de vehículos pesados.
Frente a esto, el director general de la Corporación Autónoma Regional del Sur de Bolívar (CSB), Enrique Núñez Díaz, aseguró que en los próximos días tomará los controles necesarios y definirá un plan de acción.
Según esa entidad, la quema a cielo abierto de la cascarilla de arroz produce contaminación atmosférica, lo cual afecta al ser humano, pero el contacto con los cuerpos cenagosos puede generar problemas aún mayores, como la disminución de sus aguas.
Acompañamiento autoridades
En pleno jarrillón Norte, a la vista de conductores y transeúntes se encuentra el lugar donde opera un grupo dedicado a la venta de este producto.
“En horas de la noche los camiones llegan a ese sitio y recogen la cascarilla de arroz, la cual es usada para que los animales no se resbalen”, aseguró un morador de esa localidad que prefirió omitir su nombre por seguridad.
Esta situación preocupa a los vecinos de esa localidad, quienes solicitaron apoyo de la Policía Nacional, por tratarse de un negocio ilegal.