A partir del día 16 de julio, quedó terminantemente prohibido el uso del mercurio en actividad minera en Colombia, en cumplimiento del artículo 4 de la Ley 1658 de 2013, conocida como la Ley del Mercurio y el Decreto 2133 de 2016, que así lo dispuso. Lo propio deberá darse en la industria que lo utiliza en sus procesos productivos para fabricar baterías, bombillas eléctricas, equipos electrónicos, tales como monitores LCD, así como instrumental que se utiliza tanto para los procedimientos médicos como odontológicos, a partir del 2023.
El mercurio es una sustancia química tóxica, líquido como el agua y brillante como la plata, supremamente nociva para la salud y dañina para el medio ambiente, afecta los pulmones de quienes están expuestos a su inhalación al evaporarse mientras se manipula, liberándolo y causando estragos neurológicos a quienes consumen pescado contaminado con mercurio.
Por ello el mercurio es catalogado por la Organización Mundial de la Salud como uno de los diez productos químicos más críticos para la salud pública. Y no es para menos, dado que su afectación se extiende a toda la cadena trófica (peces, fauna, flora y seres humanos) y a toda la cadena alimentaria, de especie en especie, con un impacto devastador. La mayor afectación recae sobre las mujeres embarazadas, lactantes y la niñez, pues provoca malformación del feto, así como trastornos irreversibles a temprana edad.
En Colombia se utiliza el mercurio fundamentalmente en la extracción del oro, y sirve para separar el Oro de la escoria. En las principales regiones mineras (Antioquia, Nariño, y Chocó) se concentran las mayores emisiones de este letal mineral, con 318 puntos identificados. Esta es parte de las malas prácticas de la extracción ilícita de los minerales en Colombia, que no es menor si tenemos en cuenta que para el 2017 de una producción de 41.06 toneladas, equivalentes a 1’349.000 onzas de oro troy, solo el 19.93 % de ellas provino de explotaciones formales.
De allí la preocupación en el sentido que con la entrada en vigor dispuesta por la norma legal, esta sólo se aplique únicamente a la minería formal, mientras la extracción ilícita de los minerales continúe fuera del radar de las autoridades y por ello mismo fuera de control. También se utiliza para la aleación del oro con otros metales y por muchos años se empleó en la odontología para las amalgamas, para las famosas calzas en la dentadura, práctica esta que se abandonó por razones de salud.
Colombia llegó a ocupar el primer lugar en Latinoamérica y el segundo en el mundo, después de China, en el uso del mercurio (180 toneladas/año). Con la fiebre del oro que despertó la escalada alcista de su cotización en los mercados internacionales, pasando de US $260 la onza en marzo de 2001 a US $1.739 en 2011, se acrecentó la actividad para extraerlo a como diera lugar. Según cifras del IDEAM, en el sólo año 2014 se arrojaron a las fuentes hídricas, ríos y sus afluentes, quebradas, contaminando el agua y el suelo, alrededor de 200 toneladas.
El efecto inmediato de esta medida será el cierre a la importación legal de 95 toneladas/año, aproximadamente, que ya se había reducido a sólo 5 toneladas/año, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), pero se teme que la entrada de contrabando a través de la frontera del mercurio al país siga desenfrenada. Según el experto en el sector minero Mauricio Cabrera “lo que ha sucedido es que el mercurio proveniente del mercado negro se ha encarecido. Antes un kilo costaba $150 mil y este momento está bordeando los $800 mil”.
Como corolario, la contundencia de la Ley en la proscripción del empleo del mercurio en Colombia dependerá de la eficacia con que se combata a las estructuras criminales ligadas a la actividad extractiva depredadora y del éxito de los programas de formalización y reconversión de la pequeña minería, tradicional y ancestral, que pulula en el país, las cuales se procuran el letal elemento con el remoquete de “azogue”, para utilizarlo en sus rudimentarios procesos.
La mayor reticencia para el cumplimiento de la Ley ha sido que la prohibición de la importación y uso del mercurio puede significar la parálisis de la actividad minera, así como la pérdida de empleos e ingresos. Pero, está demostrado que sin mercurio también hay paraíso. Hace rato, desde la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, se han venido planteando métodos alternativos de separación y atrapamiento del oro, amigables con el medio ambiente. Según Óscar Jaime Restrepo, docente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, “mediante estas técnicas los mineros van a conseguir más oro y no van a contaminar el ambiente. Asimismo, indicó que con la socialización de ese tipo de técnicas gravitacionales se ha logrado reducir el uso del mercurio”. Manos a la obra!