
por: OMAR CUELLO ROMERO
El 15 de marzo de 2025 marcará un hito en la historia del turismo en Bolívar. Ese día, por primera vez en mucho tiempo, el majestuoso río Magdalena será testigo de la navegación de cruceros con visitantes nacionales e internacionales, abriendo una nueva ruta que promete no solo enriquecer la oferta turística del departamento, sino también transformar la vida de miles de habitantes en las poblaciones ribereñas.
Este ambicioso proyecto, liderado por la Gobernación de Bolívar bajo la dirección de Yamil Arana Padauí, es más que una apuesta turística; es una estrategia integral de desarrollo. Durante décadas, el Magdalena fue la arteria económica del país, y ahora, con visión y planificación, regresa a su esplendor, no como un simple corredor fluvial, sino como un eje de oportunidades para el turismo, la economía y la cultura.
Los municipios a lo largo de esta ruta han sido preparados para recibir este nuevo flujo de visitantes con mejoras en infraestructura, embellecimiento urbano y el fortalecimiento de su identidad cultural. Proyectos como Más Vida + Palenque, la rehabilitación de la vía Malagana-Palenque y la construcción de malecones en Calamar y Magangué son solo algunos ejemplos de la inversión estratégica que se está realizando para garantizar una experiencia de calidad tanto para los turistas como para las comunidades locales.
Pero este esfuerzo va más allá de la estética. La llegada de los cruceros impulsará el comercio, dinamizará el empleo y revalorizará el patrimonio cultural de estos municipios. Mompox, con su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad, y San Basilio de Palenque, cuna de la resistencia afrodescendiente en América, serán epicentros de una narrativa histórica que ahora tendrá un nuevo escenario: el río Magdalena.
Es crucial que esta oportunidad sea aprovechada con responsabilidad y visión a largo plazo. El éxito de esta iniciativa dependerá no solo de la infraestructura, sino también del compromiso de los sectores público y privado para garantizar un turismo sostenible, que respete el medio ambiente y en el que las comunidades sean protagonistas y beneficiarias directas del crecimiento.
Bolívar, por fin, está mirando de frente a su historia y reivindicando su geografía. El Magdalena, que alguna vez fue símbolo de progreso y luego de olvido, hoy resurge como un puente entre el pasado y el futuro. Que esta nueva era de turismo fluvial sea el comienzo de un desarrollo equitativo, sostenible y, sobre todo, incluyente.