Cartagena de Indias la emblemática ciudad historia, donde llegan miles de turistas nacionales e internacionales a “disfrutar” de sus exquisitos sitios turísticos e históricos, se ha convertido en una ciudad insegura desde todos los puntos de vistas. La movilidad es un caos, mototaxistas que no respetan las vías y las señales de tránsito, andan en contravía y por los andenes, usted tiene que estar al cruzar una avenida a cuatro ojos, cuantos accidentes vemos a diarios, y que decir de muchos taxistas con su imprudencia en la movilidad y cogen las carreras que a ellos les conviene, y el transporte masivo de Transcaribe pésimo, se observa una desorganización en la llegada a las estaciones.
Los restaurantes en los sitios de las playas costos supremamente elevados, en donde a usted por una comida le cobran sumas exageradas y la cantidad de vendedores ambulantes no lo dejan disfrutar el momento con su familia es un acoso permanente con sus ventas de gorras, gafas, collares. Etc.
La heroica ya no es la misma de hace 30 años en vez de ser una ciudad acogedora por su historia, culturas, calles y sitios emblemáticos que posee, y en cada uno de estos no está usted tranquilo por el hostigamiento de los vendedores. En el centro históricos en las noches y algunos sitios en el día, la cantidad de prostíbulos, mujeres ofreciéndoles sus servicios, dese la rodadita para que lo viva y sienta.
Así es la situación real de Cartagena, Nos Duele, uno de los destinos más soñados. Casi todos tenemos una historia allí. En sus murallas, en sus playas y demás fabulosos rincones. En donde los hemos idos a visitar para recrearnos con sus callecitas y demás sitios.
Lástima sí que todo eso parezca hoy pasado. Lo dice la percepción de pesadilla de quienes últimamente la visitan por turismo o por negocio. Al igual que los hechos y las cifras que demuestran que el crimen y la inseguridad andan de la mano allí sin quién los ataje.
La inseguridad, el doble crimen cometido la semana pasada cuando la niña Alejandra fue recogida por su padre en el colegio y a pocos metros de este, dos sicarios en moto acabaron con sus vidas, hija y padre, que dolor, Cartagena se encuentra dolida, conmovida por tan insólito hecho.
Podríamos comenzar por hablar de homicidios y de hurtos. Y de esos abusos de que son víctimas los huéspedes por parte de avivatos que cobran en oro el valor de un plato de comida.
Pero el hecho este de que pistoleros a sueldo obren sin que nada ni nadie se los impida, además en semejante proporción, nos da una idea de lo que allí se vive a diario, para terror de la ciudadanía.
Sobreviene entonces esta tormenta perfecta. La que nace en parte de la dolorosa situación económica y social de la mayor parte de su población. Lo que a la vez contrasta con el más insultante derroche de quienes, con plata bien habida y de la otra, han convertido la ciudad en pasarela a la que le importa nada la dura realidad de esos otros, invisibles a sus ojos.
Por todo lo anterior, nos duele Cartagena
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