Las redes sociales han evolucionado como un medio de comunicación que ha logrado transformar a la sociedad en un escenario digital, provisto de una interacción de opiniones sin límites de tiempo y casi de espacio, que se desenvuelven dentro de un alto componente de difusión en busca de la denominada “viralidad”, como el máximo exponente de su alcance, siendo este concepto retomado de procesos de autorreplicación viral análogos a la expansión de un virus informático, y muy aplicados hoy en día en el marketing online.
La alta difusión ha hecho que gobiernos del hemisferio estén adoptando esta tecnología web 2.0, como parte esencial de su plan de comunicaciones, realizando sus anuncios relativos a emergencias y prevención de desastres a través de las redes sociales, de forma más ágil y efectiva que mediante otros canales de comunicación
En este sentido podemos señalar que las redes sociales, siendo parte importante de las tecnologías de la información, han influenciado abiertamente en la construcción, pero también en el detrimento de algunos planteamientos éticos y morales de la actual sociedad; reconsiderando la génesis de la ética informativa, tales como el respeto a la intimidad familiar y personal, derecho al honor y la buena imagen, derecho a la libertad de expresión, a la propiedad intelectual, entre otros.
Al mismo tiempo determinamos como derechos y valores éticos, otrora invulnerables, en razón al expansionismo casi incontrolable de estas formas sociales de comunicación, hacen que estas puedan hacer peligrar los derechos de los usuarios, llámense ”followers o fans”, afectando incluso decisiones trascendentales como los destinos de una nación tal como se evidencio en el “Brexit” y sus consecuencias aún por definir para la nación inglesa en razón de su controvertida salida de la Unión Europea; de igual consonancia podemos registrar también, bajo el mismo contexto, las pasadas elecciones presidenciales de los Estados Unidos o en el caso colombiano los resultados del plebiscito por la paz, lo cierto es que los resultados pueden exceder el orden ético vigente en nuestra sociedad.
Finalmente, cabe cuestionarse si realmente la búsqueda de notoriedad sin límites en lo ético y moral, justifica la voracidad con la que las redes sociales buscan “monetizar” y posicionar su modelo de negocio a través de la indexación de publicidad, incluso llegando a generar falsos escenarios, sustentados por el desarrollo de las “fake news” como productos de un pseudoperiodismo muy difundidos a través de ellas.