Por: Marcel Lhermitte
En los primeros años que hubo televisión a color en Uruguay, a principios de la década del 80, se emitió una publicidad en donde se veía a dos niños conversando. Uno de ellos le preguntaba al otro “¿Te vacunaron nomás?” y ante una respuesta afirmativa, remataba: “sos un campeón”. Se trataba de una campaña de vacunación que realizaba el gobierno de facto de Uruguay. Poco más recuerdo de ese suceso que me quedó registrado en la memoria y que los escolares de ese entonces adoptábamos como muletilla. ¿Y, te vacunaron nomás?
Unos cuarenta años después resulta casi profética la sentencia cuando analizamos en un mapa la cronología de los países que van a vacunarse. Los campeones. Los ricos. Los países desarrollados del primer mundo fueron los que antes accedieron a las dosis, mientras que como habitualmente sucede, quedaron esperando en la fila los postergados de siempre.
Nada nuevo bajo el sol podríamos decir, sin temor a equivocarnos, porque está más que probado y ratificado que la salud cada día se constituye más en un mero producto de mercado que está amparado bajo el tutelaje político y económico que tiene la industria farmacéutica, y ante esto es que tienen que enfrentarse los Estados en plena pandemia.
Prueba de esta situación es la información que dio a conocer la Organización Mundial de la Salud, que destaca que se han dado más de 39 millones de dosis en 49 de los países que cuentan con los ingresos más altos, al tiempo que se suministraron solo 25 millones en los de más bajos ingresos.
Pero conociendo el escenario y las reglas del juego, fundamentalmente los países latinoamericanos, perdieron la gran oportunidad de negociar como bloque. Parece haber quedado en el olvido el espíritu de la construcción de una patria grande regional que soñaban los héroes libertadores, que ante la catastrófica pandemia se convirtió en un sálvese quien pueda, producto de la sensibilidad de nuestros actuales gobernantes.
Otro hecho no menor es la comunicación de los gobiernos regionales. Las distintas administraciones estatales han optado por diferentes formas de comunicar la crisis política, sanitaria, social y económica que produce la pandemia, pero con el denominador común del aspecto cuantitativo contable, en donde los enfermos, los casos nuevos, los recuperados, los test diarios, los vacunados (en el caso de que existan) y los fallecidos son una estadística que repasamos día a día. No puedo recordar ningún antecedente de una política similar en comunicación de gobierno, y que lejos de resultar educativa o aleccionante, parece constituirse mayoritariamente en paranoia, estigmatización, miedo ciudadano y depresiones al por mayor.
También han surgido diferencias en lo que respecta a la difusión de los planes de vacunación. México, por ejemplo, el 8 de diciembre en conferencia de prensa encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó los pormenores y las etapas de su plan.
Argentina, por su parte, desde su Ministerio de Salud apunta a la épica, con videos que muestran aviones de Aerolíneas Argentinas llegando a su territorio con las vacunas, utilizando el mensaje de “la salud nos une”, que también parece querer surtir efecto para paliar la grieta política.
La región muestra que hay países rezagados en la adquisición de vacunas, fundamentalmente los de América Central, con la excepción de Costa Rica, además de Uruguay, Paraguay y Venezuela. En el caso uruguayo, el gobierno optó, en lo que puede definirse como un error garrafal en el campo de la comunicación, por el secretismo, por no informar en qué estaban las negociaciones de adquisición de las vacunas, generando todo tipo de rumores y ruidos. Para agravar la situación, en forma simultánea los medios –en su gran mayoría oficialistas– y las redes sociales difundían imágenes del presidente Luis Lacalle Pou haciendo surf, paseando descontracturado y descansando en las playas de Rocha, algo que más –allá de los militantes defensores de la administración– es difícil que pueda generar algún tipo de empatía, en momentos en que el desempleo, la inestabilidad económica y la inseguridad de todo tipo campean en el país.
Marcel Lhermitte es consultor en comunicación política y campañas electorales. Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación y magíster en Comunicación Política y gestión de Campañas Electorales. Ha asesorado a candidatos y colectivos progresistas en Uruguay, Chile, República Dominicana, Francia y España fundamentalmente.