Los acontecimientos que han tenido lugar en Venezuela en las últimas semanas, reclaman no solo nuestro vivo interés, sino que asumamos posturas claras, públicas e inequívocas. Están en marcha una intentona de golpe de Estado, una serie de acciones de cerco económico y preparativos militares conducentes a una posible intervención militar en Venezuela liderada por EE.UU, con el apoyo de sus gobiernos aliados, incluyendo el de Colombia. ¿Cuál es nuestro deber como intelectuales, como ciudadanos y como latinoamericanos frente a estas acciones de violación descarada del principio de autoderminación de los pueblos y del principio de no intervención? ¿Permaneceremos indiferentes o en silencio frente a hechos tan graves?
Un señor apellidado Guaidó de quien hasta hace muy poco no se tenía noticia ni en Colombia ni en Venezuela, se autoproclamó hace unos días presidente encargado de Venezuela en una plaza pública, y pocas horas después recibió el “reconocimiento” de parte del gobierno de Trump y de otros gobiernos aliados de Washington, entre ellos el del presidente Duque. No existe soporte legal ni jurídico que justifique este acto desafiante, ni en la constitución de Venezuela ni en el derecho internacional; y sin embargo, los principales medios de comunicación de Colombia y del mundo comenzaron a denominar al diputado Guadió como «presidente encargado» de Venezuela.
La autoproclamación de Guadió solo se explica como parte de un libreto diseñado por el gobierno norteamericano, que en esta ocasión no ha estado “detrás” de la intentona golpista, sino delante de ella, capitaneándola a los ojos de todo el mundo, como lo denunció con firmeza y solvencia el Canciller Jorge Arreaza ante el Consejo de Seguridad de la Onu. Y muy cerca de la iniciativa del imperio, la cancillería colombiana y el propio presidente Duque, tratan de hacer méritos como aliados incondicionales de Washington y perros de presa contra la soberanía de Venezuela.
Si alguien se interesara por mi opinión personal sobre Nicolás Maduro, le diría que me parece un personaje incompetente para desempeñar las altas funciones que le corresponden. A menudo, hace el ridículo con declaraciones que dejan traslucir una mente bastante simple, plagada de lugares comunes y obviedades. El afán de su gobierno por afianzar las alianzas económicas y militares con Rusia y China, a cambio de poner en subasta los enormes recursos petrolíferos, de oro y minerales de Venezuela, no da lugar a buenos augurios para el futuro económico de ese país y pueden comprometer seriamente su soberanía. Y el drama humanitario que representa la masiva migración de venezolanos en los últimos dos años, de los cuales más de un millón han llegado a Colombia, es la expresión de una profunda crisis económica, social y política, y una demostración inobjetable de que el gobierno de Maduro está incumpliendo funciones básicas referidas a garantizar las condiciones de vida y bienestar de su pueblo.
Una parte de esa crisis económica es el resultado de las medidas económicas de cerco y bloqueo que han impuesto EE.UU y otros gobiernos del mundo a la República de Venezuela; otra parte, sin embargo, se debe a la incompetencia e inoperancia del actual gobierno, así como a decisiones de política económica desacertadas que vienen desde los tiempos de Chávez.
Si alguien se interesara por mi opinión personal sobre Maduro, en suma, le diría que si yo fuera venezolano lo más probable es que no le daría mi voto en unas elecciones. Mucho menos a los voceros de la oposición de la derecha venezolona. Pero lo que yo piense o no sobre Maduro, si me gusta o no su figura política, en este caso es irrelevante, porque yo no soy venezolano sino colombiano, y es a los venezolanos y solo a ellos a los que le compete elegir gobernantes o, llegado el caso, destituirlos.
Aunque Trump lo pisotee todos los días y a Duque nadie le haya explicado que existe, el principio de autodeterminación de los pueblos y naciones, y el principio de no intervención en los asuntos internos de otros países, son conquistas del derecho internacional logradas tras largas experiencias históricas y luchas de liberación. Y según estos principios, que ningún ciudadano demócrata puede ignorar, son los ciudadanos venezolanos quienes tienen el derecho y el deber de buscar una salida a la crisis política de su país, sin injerencia de potencias o países extranjeros.
Por lo tanto, yo invito a todos mis amigos y conocidos, a que nos pronunciemos con firmeza en contra de todas las maniobras intervencionistas lideradas por EE.UU en Venezuela, en contra del intento de golpe de estado en curso, y que repudiemos los preparativos que avanzan para desatar una guerra en territorio venezolano. Reclamemos con firmeza el derecho a la autodeterminación del pueblo venezolano, y exijamos al gobierno de Duque que renuncie a marchar a la cola del gobierno de Trump y que, sobre todo, no se atreva a convertir a nuestro país en cabeza de playa para la invasión y la guerra del Comando Sur de los EE.UU en contra del pueblo venezolano.
¡Repudiemos el intento de golpe de estado en Venezuela capitaneado por EE.UU¡
¡No a la presencia de tropas yanquis en Colombia¡
Duque busca involucrarnos en una guerra con Venezuela capitaneada por los EE.UU ¡ No lo permitamos¡