Con tan solo 16 años la activista ambiental Greta Thunberg se ha convertido en un icono mundial. Esta joven sueca diagnosticada con el síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista es el nuevo rostro de un movimiento mundial de jóvenes que luchan por detener la crisis climática.
A los 8 años de edad Thunberg escuchó la historia más aterradora y que cambio su vida por completo, en una de sus tantas ponencias afirmó “Escuche sobre algo llamado cambio climático y calentamiento global, aparentemente era algo que los humanos habíamos creado por nuestra forma de vida. Pero nadie hablaba de ello nunca. Así que cuando tenía 11 años me enferme, caí en depresión, deje de hablar y de comer”.
Desde allí todos sus esfuerzos están enfocados a luchar por el cambio climático, es decir, el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad del ser humano.
En agosto de 2018, con el apoyo de su familia decidió dejar de asistir a clases y manifestarse afuera del Parlamento de Suecia y aunque al principio estaba sola llamo la atención de los medios de comunicación y otros activistas que decidieron unirse a la causa y protestar cada viernes inspirando a jóvenes de otros países a unirse al llamado y exigir que por primera vez se piense en el daño que día a día el ser humano y principalmente las grandes potencias le hacen al planeta.
La joven hoy en día es la imagen de una nueva generación que exige un futuro, una generación que está comprometida con el cambio y que ojalá logre resultados. El pasado lunes mientras hacia su intervención ante los líderes mundiales en la cumbre del clima de la ONU la adolescente inicio su discurso con una frase clave y que demuestra la realidad de un mundo que no piensa en un futuro sino en un ahora. “Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición”.
El llamado de esta líder que para muchos podrá ser patético es una realidad y tristemente en el mundo al igual que en nuestra región los compromisos por la protección de algo que no nos pertenece, pero nos lo prestaron son nulos.
La realidad es que necesitamos que las nuevas generaciones abran los ojos ante la realidad del mundo, es indispensable empezar a formar jóvenes que aprendan a reutilizar, reciclar y principalmente que poco a poco comprendan el daño que nuestros malos hábitos le hacen a todo el planeta.