Compulsando varias biografías y documentos expedidos por El Libertador (cartas, decretos, proclamas, discursos, etc.), nadie puede dudar (solo los intonsos) que Simón Bolívar era un republicano, sus lecturas, estudios y observaciones lo formaron concibiendo el ideal de La República. Un antimonárquico, un defensor de la libertad, la igualdad y la fraternidad, un afrancesado en cuanto a la transición que debíamos tener en esos primeros años del siglo XIX.
Simón Bolívar ,entre agosto de 1819 y junio de 1821(de Boyacá a Carabobo), se debatía mentalmente en la forma institucional que debía darle al Estado Colombiano, desde el punto de vista jurídico-constitucional; y en las soluciones que debía encontrar a las disidencias de sus hombres en Venezuela, alterados desde el primer encuentro de febrero en Angostura para concebir la tercera República, las apetencias personales de los líderes como Arimendi, Bermúdez, Páez, Mariño y la agregación de territorios, cómo se iba a desenvolver. Pero sobre todo a la forma de arquitectura constitucional derivada para armar las instituciones y enfrentar las arremetidas externas, así como las internas porque los españoles acantonados persistían en recuperar lo perdido.
Pero nacía un Estado en guerra porque tenía que concluir con la expulsión de los españoles que persistían en contraatacar, continuaban controlando zonas del Virreinato (Caracas, Cartagena, Pasto, Popayán. Quito…); una situación compleja que no lo dejó gobernar tranquilo, Bolívar estaba empeñado en seguir liderando la campaña libertadora inconclusa. El Libertador tenía la convicción de que se necesitaba un Estado más grande para continuar la guerra de independencia contra la corona española, para hacerse respetar, lograr mayor reconocimiento internacional, paralelamente al moldeamiento de una república centralista.