La posición geográfica de Magangué históricamente le ha significado un merecido reconocimiento nacional por ser como una especie de puerta giratoria de entrada y salida hacia los sures de Bolívar, Sucre, Magdalena y Cesar.
Tradicionalmente para temporadas altas de vacaciones como fin de año y Semana Santa, este puerto se atiborra de visitantes y viajeros que en medio de un cruce de intercambio terrestre y acuático utilizan esta ruta para llegar a sus destinos favoritos, pero el gran problema que se suscita cada año es la falta de suficientes vehículos de transporte para suplir la demanda de pasajeros.
Este hecho provoca que las empresas de transporte de manera casi que inescrupulosa abusen de la situación para cobrar a los incautos transeúntes tarifas elevadas y más que eso, exageradas y fuera de lo común, sin que medie autoridad que controle esos desmanes contra el patrimonio económico de los usuarios.
En el proceso de salida de los pasajeros hacia sus destinos de origen hacia el sur, en temporada alta, esa fácil, el problema se genera luego que concluye cada festividad (fin de año y Semana Santa), cuando en éxodo cientos de personas buscan afanosamente cómo acomodarse en los buses y kías para partir hacia el retorno hacia ciudades como Barranquilla, Cartagena, Sincelejo, Montería y el interior del país.
Se convierte en un viaje tortuoso y costoso para el triste bolsillo, encontrar medio de transporte con precios de pasajes razonables.
Además el ingrediente de la inseguridad es otro factor que determina el estrés de muchos viajeros para esta época del año.
Por lo anterior, se hace necesario que Magangué como puerto se organice mejor en su infraestructura urbana, con más eficientes empresas de transporte terrestre y fluvial, porque como estamos ahora, andamos mal.