Cualquier ciudadano que visite a Japón, queda aterrado por los bajos índices delincuenciales o de violencia, llámense homicidios, robos, atracos, etc.
Las causas son varias, pero se podrían sintetizar en:
1.Al ladrón o al asesino, la sociedad lo aísla. A una persona que haya sido condenada por delitos graves no tiene derecho a trabajo, a tarjetas débito o crédito, sus hijos tienen que pagar el doble en el colegio y no les alquilan o venden viviendas.
2.La justicia logra esclarecer el 98% de los asesinatos.
3.Una sociedad sin desigualdad social, con oportunidades para todo el mundo, en la opulencia propia del desarrollo económico, no le da oportunidad a los ciudadanos a quedarse atrás.
Esto es de admirar de la sociedad nipona.
La Costa en mora de hacer unos acuerdos de cooperación internacional con el Japón para nutrirse de las cosas buenas de este país.
La apertura que el Valle del Cauca le dio a la colonia japonesa es muy bien vista, de conformidad a la información que dan los funcionarios consulares de Colombia.
Desde el tren bala, al mejoramiento del nivel educativo nuestro, la internacionalización de nuestra región y de nuestra ciudad, etc.
Son tareas que podríamos desarrollar de la mano del país del lejano oriente, que podrían volver a la costa caribe, tierra de oportunidades.
Los índices de violencia, pobreza, miseria, desempleo e informalidad laboral en Cali podrían orientarse de otra manera, en un escenario máximo de 10 años.
Nuestros próximos gobernantes tienen la palabra.