Nos encontramos con un Gobierno que apenas comienza, por un periodo de cuatro años afortunadamente. Pueden ser cortos para un buen gobernante, pero interminables cuando estamos frente a mal régimen. Por ello es bienvenido este nuevo comienzo que llena de esperanzas y entusiasmo a todo un país, con un equipo nuevo, deseoso de trabajar por el bienestar de los colombianos.
La reelección se nos vendió en el pasado, con el rotulo de que había mucho por hacer y que cuatro años eran insuficientes. En un Estado siempre habrá mucho por hacer y no es bueno que nadie se perpetúe en el poder, se pierde la sindéresis y los de turno en el Gobierno de largo tiempo, empiezan a creer que la cosa pública es de ellos, se disparan en soberbia y terminan creando desasosiego y desconfianza en los ciudadanos. Así que bienvenido un Gobierno por cuatro años, que son suficientes para que trabajen día y noche como les corresponde y pongan lo mejor de sus capacidades al servicio del país.
Antes de las reelecciones, en Colombia estábamos enseñados a periodos de cuatro años y por lo menos, en los dos primeros, se le daba oportunidad al Gobierno entrante de ser protagonista y de avanzar en sus proyectos y planes de acción. Pasados los dos años, ya comenzaba el sol a sus espaldas y el país pasaba a pensar en el reemplazo.
Ahora, con lo acontecido en los últimos días, pareciera que se anticiparon las cosas y que la contienda por el poder para el año 2022 ya comenzó; los presidenciables se encuentran en el partido. Algunos que se habían retirado, ya regresaron; los grupos y partidos políticos, pareciera que ya comenzaron a pensar en el reemplazo del actual Gobierno; se presentan proyectos de reforma en todos los campos compitiendo con los programas de Gobierno, por supuesto, buscando un efecto político, de ufanarse de preparación y organización y dejar al Gobierno frente a la opinión pública, con el rotulo de improvisador, cuando en una democracia, antes de actuar hay que intentar concertar, en la medida de lo posible.
La misma consulta anticorrupción, con una muy respetable votación, aunque no alcanzo el umbral, también buscaba un efecto político para sus promotores, y algunos políticos quieren cogerla como su bandera de acción de práctica política. Estaba concebida como una plataforma de lanzamiento para las siguientes elecciones. Por supuesto que hay que combatir la corrupción y que es un mal que corroe todas las entrañas del país; pero la lucha contra ella, debe ser un propósito nacional, que involucre a todas las ramas del poder público, al sector privado, a los gremios, a las Universidades, etc.
A quienes empiezan en el gobierno, hay que darles su oportunidad. El propósito del Presidente de no “enmermelar” al Congreso y respetarle su autonomía, es lo más loable que hemos escuchado en los últimos tiempos y merece el apoyo de los colombianos. Tenemos un gabinete de altos expertos que está en todo su derecho de actuar. No es tiempo de pensar en quienes vendrán a sucederlos, cada día trae su afán y ahora es el tiempo para gobernar.