El general iraní Qasem Soleimani fue una figura popular y prestigiosa del Medio Oriente. Haberlo asesinado es como liquidar al jefe del Pentágono o a un alto personaje de cualquier nación. Soleimani era una figura clave de Irán en Irak, Siria, Líbano, Yemen y toda la región. Era como el imán que unía a las diferentes milicias, considerado héroe nacional en la guerra contra Irak.
La tensión internacional es tal con el asesinato por orden directa de Trump, que tambalearon las principales bolsas de valores y el precio del petróleo subió abruptamente en los mercados internacionales.
Se pueden tejer conjeturas sobre la muerte del general iraní. Mirando a Trump que dio la orden, se puede pensar en una cortina para el impeachment que se adelanta en el Congreso de Estados Unidos en su contra. O es un intento de otra guerra en Golfo pero que la desate Irán. Téngase en cuenta que ese país probablemente ya posee armas nucleares.
El ambiente está, como se dice, “cargado de olor a pólvora”. Muchos se han atrevido a vaticinar peligro de una conflagración mundial, entre ellos el senador Gustavo Petro. Pero no es para menos: las potencias se están pronunciando. Ya lo ha hecho Putin, China, Europa, con el propósito de evitar la guerra. Hezbolah en el Líbano clama venganza por el asesinato de su gran aliado. No se entiende semejante torpeza de Trump cuando el principal afectado será Estados Unidos. Ha enredado terriblemente la paz mundial. ¿Pensaría así favorecer su reelección?
La campaña presidencial empezará en forma para las elecciones de noviembre y con seguridad este hecho entrará a ser un ingrediente que los demócratas aprovecharán en contra del presidente. Una forma de evitar la guerra sería que prospere el juicio de destitución.
Seguramente será convocado el Consejo de Seguridad en la ONU donde confrontarán las grandes potencias.