El diccionario de la academia de la lengua española define a la tauromaquia, en su primera acepción, como: “el arte de lidiar toros.”
Ya lo ven, la definición es dada por quienes se encargan de pulir el idioma español y la califica como un arte.
Y cito la definición anterior porque en Colombia los taurinos estamos de plácemes con la reciente decisión de la Corte Constitucional en la que ratifica la sentencia C- 666 del año 2010, que consolida el panorama jurídico de la tauromaquia en nuestro país.
Las corridas de toros están amparadas bajo la ley 916 de 2004, esta ley ha sido demandada múltiples veces y en todas ha salido indemne, es decir, considera el tribunal constitucional que se encuentra ajustada al código fundamental de 1991.
A la fiesta brava le han cantado poetas, ha sido fuente de inspiración de novelistas, entre ellos Hemingway; pintores destacados como Fernando Botero no han omitido su pasión por los toros; cantantes como Andrés Calamaro o Joaquín Sabina demuestran vivamente su afición taurina.
Escritores de diferente línea de pensamiento como Vargas Llosa, Antonio Caballero, Bryce Echenique, Alfredo Molano, son aficionados taurinos y han suscrito manifiestos internacionales en defensa de su afición a los toros.
Estamos en una democracia, las minorías deben respetarse, deben incluirse, debemos convivir en la diferencia y por eso es plausible la decisión de la corte constitucional, porque ha sabido ponderar su posición jurídica frente a esta manifestación cultural.