Así y utilizando una frase de nuestra jerga costeña se podría resumir en muy pocas palabras lo que va a pasar con los diálogos entre el gobierno de presidente Iván Duque Escobar y los miembros del Ejército de Liberación Nacional, ELN.
Es claro que luego del ataque terrorista de la semana anterior a la escuela de formación de la policía nacional que dejo más de 20 muertos y 80 heridos, rompe los esquemas de cualquier posibilidad de dialogo entre esta fracción terrorista y el ejecutivo nacional.
El dialogo se rompe por el hecho de lesa humanidad de los guerrilleros, pero es claro que con la llegada de Duque al poder, no había muchas esperanzas que los mismos tuvieran un buen desenlace.
Y no las había porque para nadie es un secreto que Duque fue el candidato del Centro Democrático y su mentor Álvaro Uribe, fue acérrimo opositor de los diálogos adelantados con las FARC –hoy reinsertado a la vida civil y convertido en partido político- al considerar que era una entrega del Estado a los alzados en armas.
El gobierno ha sido claro desde antes de posesionarse; solo quedará abierta la puerta de la negociación si cumple las exigencias planteadas, que comienzan por la liberación de todos los secuestrados en su poder y el cese de las acciones violentas.
Y así debe ser, pero ante el rompimiento de las conversaciones queda claro que los subversivos no los entregaran y arreciaran sus acciones terroristas como modo de presión al gobierno.
La verdad es que hay un verdadero nudo difícil de desarmar con este tema del dialogo gobierno—ELN, dialogo que tiene un gran contenido político y una trascendencia internacional, que va en aumento con el pasar de los días.
Por un lado, tienen peso los argumentos de quienes insisten en que el país debería cumplir con el compromiso que le atañe en los protocolos de este intento de negociación y que esto prevalece sobre cualquier otra consideración. Pero por otro lado está la postura del hecho terrorista que enluta a la nación.
Un verdadero callejón sin salida, con ribetes geopolíticos internacionales, pues tómese la acción que se tome por parte de los actores de los diálogos, siempre habrá una respuesta de Cuba –como país sede de los diálogos- Venezuela, Chile y Noruega como países garantes del proceso.
Lo único cierto es que las negociaciones hoy están en un punto muerto y de acuerdo con los análisis de los especialistas, será muy pero muy difícil que se vuelvan a reanudar.