
Por: OMAR CUELLO ROMERO
Desde tiempos inmemoriales las festividades religiosas de pueblos y ciudades han estado caracterizadas por una mezcla extraña de religión, cultura y política que permiten formar un sincretismo alrededor de las creencias, mitos y leyendas que, como en el caso de Semana Santa, fiestas de fin de año y celebraciones patronales constituyen un patrimonio intangible de cualquier sociedad.
En nuestro medio, las festividades patronales de Nuestra Señora de La Candelaria en Magangué, es una muestra de esa tradición centenaria que se conjuga en el pueblo creyente con fe y devoción demostrada cada dos de febrero, cuando en romería miles de feligreses en peregrinación asisten a los actos litúrgicos, procesionales y populares para sublimizar la excelsa Madre de Dios en la advocación de las Candelas.
Desde hace muchos años hemos podido apreciar que en esta tradición magangueleña que data de más de tres siglos que tiene su procedencia en la colonización española, se conjuga toda una cultura de religiosidad, cultura y política.
En primer orden, encontramos que la devoción por la Virgen de La Candelaria es una fiesta religiosa que identifica a la población, en donde se aprecia una palpable fe y respeto por el misterio de Las Candelas; luego encontramos los elementos patrimoniales de la cultura de un pueblo ribereño que combina lo folclórico con lo religioso, y finalmente, hallamos en esta simbiosis un oportunismo claro en la política, especialmente en estos tiempos pre electorales cuando bajo el sambenito de pagar una «manda» a la Patrona, llegan los políticos y politiqueros a «pescar en río revuelto», constituyéndose en un acto entre lo pagano y sacro.
En este último tema de la política, hemos observado desde hace mucho tiempo que aspirantes a cargos de elección popular, funcionarios de alto rango del gobierno y hasta séquitos de éstos, llamados «lambones» y soba chaquetas se hacen ver en misas, procesiones y eventos dentro de la programación patronal.
Para muchos observadores es bueno que vengan a turistear bajo el ropaje de venerar a la Virgen de La Candelaria y aporten dejando sus bolsillos en esta tierra, pero para otros, la cosa no pasa de ser un oportunismo barato.
De todas maneras este año se espera que haya más visitantes, peregrinos y turistas en nuestra fiesta, teniendo en cuenta que el Congreso de la República acaba de declarar a través de ley de la República, las festividades de Nuestra Señora de La Candelaria como Patrimonio Cultural de la Nación, hecho que cobra mucha importancia y eso está bien.
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