Como si la compra de votos no fuera el delito más común y fácil de configurarse en una contienda electoral, ahora parece que, con complacencia de uno de los órganos encargados de hacer las elecciones, en este caso, la Registraduría nacional del Estado civil, será más fácil cometer otro delito más. Me refiero al delito de voto fraudulento. Este se configura cuando una persona suplanta a otra al momento de votar. Pero ¿Por qué podría llegar a pasar esto? Tal parece ser que, en los próximos comicios de octubre no habrá registro de firma y huella de quien se acerque a votar.
La cuestión parece ser económica, pero cuando crearon esa figura estrambótica de tribunales de garantías electorales, encabezada por funcionarios que ostentan el título de “magistrados”, no importó mucho el dinero que se fuera emplear en más cargos.
Por lo pronto, y aunque no contemos con herramientas biométricas, si alguien quiere suplantar a otro a la hora de ir a las urnas, será mucho más fácil que antes.
La pesadilla de todos los compradores de votos podría acabar gracias a esta desafortunada decisión. Lo que algunos caciques en la costa caribe ya estaban implementando, esto es, garantizar que cada dinero dado a cambio de un voto se vea reflejado efectivamente en las urnas, podría terminar por perfeccionarse.
Ya no hablaríamos de compra de votos, sino de alquiler de cédulas, de esta manera no habría pérdida de que la persona, al llegar al cubículo, termine votando por el candidato de su verdadera preferencia.
Y aun así, El Consejo Nacional Electoral junto con la Registraduría, pretenden presentar una reforma que busque tomar medidas que implican entre otras cosas inyectar una fuerte suma de dinero de cara a las elecciones.
Desde pago a los jurados, extensión de horario, hasta transporte gratis, buscan de esa manera (no sé cómo) erradicar el abstencionismo y la corrupción.
Lo cierto es que por lo pronto, no hay dinero ni para unos formatos vitales dónde se estampa la firma y la huella de quien va a votar, mucho menos creo que haya para todo lo que sugieren las autoridades electorales.
Lastimosamente, medidas como estas no van a prosperar, como tampoco, por lo pronto, la de voto obligatorio, entre otras cosas, porque en Colombia es impensable que, con el ánimo de hacer más practico al sufragante votar, pueda hacerlo vía correo certificado, como sucede en otros países con total normalidad.
¿Aprovecharán algunos personajes oscuros este regalo que les han dejado para que no exista control sobre la identidad de quien va a votar?. Lo único cierto es que tanto tribunal y tanto magistrado de Garantías no harán lo que unas simples hojas de papel y un huellero, hubieran podido hacer con menos plata.