Después de grandes luchas sociales, en toda la historia de vida republicana, por primera vez el pueblo votó por un presidente de izquierda. Con una votación que superó los once millones de votos, Gustavo Petro, el candidato del pacto histórico, es el nuevo presidente de Colombia.
Como nuevo mandatario de los colombianos, sus primeras palabras estuvieron signada por su inteligencia y por la visión profunda que tiene sobre el país.
Ante un auditorio multitudinario, Petro habló como todo un estadista. Consciente de que su rival, que obtuvo un resultado de diez millones y medio de votos, el nuevo presidente les dio la bienvenida y los invitó al diálogo. “El cambio -dijo‒ consiste en dejar el odio atrás, dejar el sectarismo atrás”. Y enseguida invitó al país a construir el gran acuerdo nacional a partir del diálogo regional vinculante.
Colombia es un país complejo que ha sufrido mucho por la guerra, por el hambre, y por la desigualdad social. Por esta razón se hace necesario que, en medio de la diversidad, los colombianos nos unamos para que saquemos el país adelante. Los tres ejes programáticos que Petro planteó son: paz, justicia social y justicia ambiental. Si una sociedad quiere crecer, se necesita que haya paz. Pero para que haya paz es necesario la justicia social. Dicha justicia social pasa por incentivar la economía en el campo y la ciudad, por darle trabajo a la gente y atacar uno de los graves problemas que hoy tiene Colombia: el hambre.
Como un mensaje de confianza para los empresarios nacionales e internacionales, afirmó que va a profundizar el capitalismo, generando empleo y modernizando el país para que los colombianos tengan una mejor calidad de vida. En relación con los países hermanos, se declaró un latinoamericanista e invitó a los países del continente a integrarse más y a mirarse como latinoamericanos. “Necesitamos una América Latina más productiva, y no extractivista”, dijo.
Levantó la bandera de la justicia ambiental e invitó a los países, incluyendo a Estados Unidos, a la lucha por el medio ambiente, y en buscar estrategias para combatir el cambio climático.
El nuevo presidente de los colombianos se presentó como un gran reformador, al estilo socialdemócrata, y no como un extremista, como lo hacían ver sus opositores. O como un rebelde de izquierda vengativo, dio a conocer todo lo contrario. Sabemos que la tarea no es fácil. Su primera misión, en estos cuatro años, consiste en unir a los colombianos a partir de un diálogo regional y constructivo.
Invito a la reconciliación,
Reconciliarse es perdonar, es abandonar los odios, es generar confianza, es dialogar, es construir memoria, es reconstruir tejido social, es transformar. Es sentir que somos parte de un país que ha sido degradado por la violencia armada, política, económica y social; y que incluso sin haber sido víctimas o victimarios, se requiere de nuestro aporte para constituir una sociedad justa, democrática, incluyente, equitativa y en paz. Lo cual recoge algunos de los aportes que hicieron indígenas, afros, mujeres, víctimas, líderes sociales, representantes de la iglesia, empresarios y dirigentes locales y regionales en torno a la
reconciliación.
Para reconciliarnos, el país tiene que cambiar el lenguaje. Tenemos líderes que en este momento están matándose verbalmente de manera pública .La reconciliación no se restringe a un tema de conflicto armado sino de cambio de actitud… de desarmar los odios y las rencillas, y unirnos a construir un mejor país
como una de las estrategias que permite la transformación de
los conflictos y el restablecimiento de las relaciones intergrupales pacíficas.
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