Señor mío y Dios mío, como el salmista yo digo: «el Señor es mi pastor, nada me falta… «Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.» Sí, cuando estoy contigo el miedo se disipa. Así como el sol alumbra la tierra, yo veo cómo los miedos van cediendo ante tu poderosa luz. Yo también creo, como el salmista, que aunque pase por los valles más oscuros, por las situaciones más difíciles, por los retos aparentemente inalcanzables, no dejaré que el miedo me haga perder de vista que en mi corazón tengo todas las herramientas para ser vencedor. Estoy listo para salir a vivir este día con energía, con la mejor gana. Gracias por estar a mi lado, por tomarme de la mano y hacerme siempre una persona feliz. Amén.
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