
Comienza lentamente un nuevo año cargado de muchas expectativas en todos los órdenes, en medio también de preocupación por el brote Omicrón del Covid 19, el cual limita cualquier clase de proyectos a corto y mediano plazo a nuestra comunidad, esperanzada en la reactivación económica y social.
En primer lugar, estamos frente a un proceso electoral en el marco de nuestra democracia, cuando arrancaron las campañas políticas en firme con miras a los comicios del próximo mes de marzo para la renovación del Congreso de la República.
Tímidamente se observa un panorama político diferente a años anteriores, no solo por el azote del Covid 19, sino también por la duda de la clase política para desafiar el escepticismo del pueblo que no come cuento de su dirigencia que cada cuatro años cambia de libreto con promesas repetidas.
Sin embargo, así es la democracia y quiérase o no todo ciudadano debe votar así sea en blanco para mantener vigente nuestro orden Constitucional. Posterior al debate de marzo, viene nada menos que la escogencia del nuevo Presidente que nos gobernará para los próximos cuatro años, caso que en Colombia, según las encuestas actuales, existe una marcada diferencia entre la izquierda y la derecha. Ojalá ambos debates discurran en medio de la civilización ciudadana y democrática, con sentido patrio y con optimismo de cambio social.
Al iniciarse el año 2022, la pregunta que el pueblo se hace frente a sus alcaldes y gobernadores actuales, a mitad de periodo de gobierno, es que ojalá éstos mandatarios despierten del sonambulismo y empiecen a ejecutar sus programas de gobierno, pospandemia, con obras y hechos concretos en la definición de mejores servicios públicos, eficiente salud, educación de calidad,
Vías pavimentadas, seguridad ciudadana, recreación y cultura, deporte y todo cuanto sea posible que permita que la gente mejore su nivel de vida. Que así sea.