
Desde el corazón del Vaticano, un obispo colombiano juega un papel clave en la política de tolerancia cero del Papa Francisco contra el abuso infantil dentro de la Iglesia Católica. Se trata de Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, un barranquillero de 57 años que actualmente ocupa el cargo de secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, organismo creado por el pontífice para reforzar la prevención, acompañar a las víctimas y garantizar procesos de justicia dentro de la Iglesia.
Su designación en esta comisión no es casualidad. Monseñor Alí lleva más de una década trabajando en la protección de menores y la creación de mecanismos de prevención en la Iglesia colombiana. Fue fundador de la Oficina del Buen Trato de la Arquidiócesis de Bogotá, un espacio dedicado a la atención psicosocial de víctimas y la implementación de políticas de prevención. También lideró la creación de la Oficina para la Cultura del Cuidado de la Conferencia Episcopal de Colombia y promovió la iniciativa “Iglesias Seguras y Protectoras” en todas las diócesis del país.
Una carrera marcada por la formación y el acompañamiento

Ordenado sacerdote en 1992, Monseñor Alí Herrera ha desarrollado su ministerio con una fuerte orientación a la educación y la atención psicológica. Estudió Teología en la Universidad Javeriana y Psicología Clínica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, formación que le ha permitido especializarse en el acompañamiento de jóvenes y la prevención de abusos dentro de la Iglesia.
Durante su trayectoria ha ocupado cargos clave en la formación de nuevos sacerdotes, siendo capellán de la Universidad Nacional y educador en el Seminario Conciliar de Bogotá, donde dirigió el área de orientación psicológica.
En 2015, el Papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Bogotá, y desde entonces ha sido una de las voces más activas en la Conferencia Episcopal de Colombia en temas de protección a la infancia. En 2022, el pontífice ratificó su permanencia en la Comisión Pontificia para la Protección de Menores por cinco años más, y en 2023 asumió el cargo de secretario, lo que lo ubica como la mano derecha del Papa en la lucha contra los abusos.
Un papel crucial en la política de “tolerancia cero” del Papa Francisco
Desde su llegada al Vaticano, el Papa Francisco ha impulsado reformas para erradicar los abusos dentro de la Iglesia. Entre sus medidas más contundentes está la creación de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, que desde 2014 trabaja en el desarrollo de protocolos de prevención y el apoyo a víctimas.
El pontífice también ha promovido cambios en el derecho canónico, como la obligación de los obispos y líderes eclesiásticos de denunciar casos de abuso, el levantamiento del secreto pontificio para que la información de los procesos internos pueda ser compartida con autoridades civiles, y la creación de normativas para evitar el encubrimiento.
En este proceso, Monseñor Alí Herrera ha sido un actor fundamental. Su labor como secretario de la Comisión Pontificia lo ha llevado a coordinar estrategias con diócesis de todo el mundo, asesorar en la implementación de políticas de prevención y garantizar que las víctimas tengan un espacio de escucha y reparación dentro de la Iglesia.
Un liderazgo con visión global
El trabajo de Monseñor Alí no solo se ha centrado en Colombia, sino que ahora tiene un alcance global. Junto a la laica estadounidense Teresa Kettelkam, quien ocupa el cargo de secretaria adjunta de la comisión, el obispo barranquillero está impulsando una transformación estructural en la manera en que la Iglesia enfrenta el problema de los abusos.
Su liderazgo, respaldado por su formación psicológica y su experiencia en el acompañamiento de víctimas, lo ha convertido en un referente dentro del Vaticano en este tema. Su misión es clara: asegurar que la política de tolerancia cero del Papa Francisco sea una realidad en todas las diócesis del mundo.
A sus 57 años, Monseñor Luis Manuel Alí Herrera no solo es un alto jerarca de la Iglesia Católica, sino una figura clave en una de las reformas más importantes del pontificado de Francisco. Desde Roma, este barranquillero sigue marcando la pauta en la lucha por una Iglesia más segura y protectora para los niños y jóvenes.