
Tras el proceso electoral del pasado 13 de marzo que renovó el Congreso de la República, muchas críticas surgieron sobre el papel de la clase política que dirige el municipio de Magangué y su zona de influencia, teniendo en cuenta que la dirigencia parlamentaria desde hace mucho tiempo ha sido cuestionada, a excepción de unos pocos por estar de espaldas a la realidad de su desarrollo.
Es un secreto a voces que Senadores y Representantes que tienen vínculos directos e indirectos con Magangué y la Depresión Momposina poco o nada tienen que mostrar en obras tangibles para el progreso de la región porque en la mayoría de los casos las ejecutorias que se realizan corren por cuenta de la nación y del departamento de Bolívar.
Para muestra un botón es el caso de las vías de comunicación y defensa portuaria que el gobierno desarrolla con poca injerencia de la clase dirigente, como quien dice que estas zonas del país las obras llegan por gestión de los ministerios e institutos descentralizados, pero recalcamos que el protagonismo de los políticos ha sido casi nuloy por ello es que en los pasados comicios electorales el votante le paso factura a esos congresistas dejándolos fuera de escena en el Congreso.
Magangué reclama a gritos la intervención de sus dirigentes para que vengan obras de impacto social y económico como el dragado del río Magdalena, la recuperación de los jarillones en la zona urbana y rural, la reactivación del aeropuerto Baracoa, la Universidad presencial, el fomento al empleo productivo, más y mejores vías terciarias, en fin como quien aplica todo está por hacer.
En contraste con esta realidad se nota por parte del Estado la presencia de obras de infraestructura como los puentes Roncador-santa Lucía, la recuperación de la transversal Depresión Momposina, la construcción del Sena Magangué. Mejoramiento de los jarillones en muchos corregimientos y la cabecera, todo lo cual brinda un poco de satisfacción de frente al desarrollo de estas obras cuya meta debe ser inaplazable.
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