
A todos los problemas sociales del orden nacional que en los últimos años han venido originando una serie de sinsabores en Colombia, el municipio de Magangué no escapa a esta crisis de valores que día a día atenta contra el tejido social de ésta comunidad.
Podríamos afirmar que Magangué se encuentra en estos momentos al borde de la locura, frente a lo que se conoce como el desvertebramientoeconómico ante la falta de empleo y oportunidades para los habitantes de este territorio, todos en común que subsisten del rebusque y el informalismo.
El día a día es la característica de sobrevivencia de los magangueleños quienes subsisten de milagro de la Divina Providencia, en donde una familia si almuerza no cena, mientras el desayuno se pasa con el mero tinto. En las calles se observa el desespero del padre de familia que rebusca su sustento del comercio informal, ambulante o estacionario con la venta de fritos, refrescos, rifas, chances, frutas, tinto, y en fin, cientos de oficios derivados de la inventiva popular que apunta hacia ganarse la vida como se pueda, para no citar la prostitución y los alucinógenos.
Esta situación está conllevando a la descomposición del tejido social en todos los rincones del municipio, en los barrios y corregimientos en los cuales la extrema pobreza pulula sin que medie la mano del gobierno para contener este caos de miseria en que se debaten miles de familias humildes.
A todo esto se suma como consecuencia la ola de inseguridad originada en su base por el desespero de muchas personas que se lanzan a la aventura delictiva para arrebatar a la gente honesta sus pertenencias hasta ocasionar la muerte de manera violenta.
Para golpear la extrema pobreza se requiere de muchos factores, en nuestro caso de Magangué, como que las autoridades locales promuevan iniciativas de emprendimiento en la generación de empleos productivos teniendo como insumo el talento humano.
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