Quienes ya peinamos algunas canas no dejamos de sorprendernos de cómo han cambiado los procesos electorales en Colombia. En efecto, hoy en día a los electores nos toca manejar unos enormes tarjetones que ante el desmesurado de votos anulados que se presentan en cada elección lo que hacen es confundir a la gente, en especial en los sectores rurales.
Antes las cosas no eran tan complicadas: el voto iba encerrado en un sobre blanco del tamaño de una tarjeta de presentación de las de ahora. Adentro iba un pedazo de papel con el nombre escrito del candidato, el cual era conocido como papeleta y solo era ir las urnas, depositar el voto en una urna, mancharse un dedo con tinta roja y ¡listo el pollo!
Pero hay que reconocer que sí ahora con el tarjetón, muchos votantes se enredan y terminan marcando en cualquier parte, los votos de antes también tenían sus inconvenientes. La cuestión es que el día de elecciones , señores adscritos a las campañas que en aquel entonces se limitaban al Partido Liberal y al Partido Conservador, se colocaban en inmediaciones de los puestos de votación, con el fin de entregarles las papeletas a los votantes que iban llegando.
Pero como las trampas y las artimañas políticas siempre han existido desde que Poncio Pilatos se lavó las manos, había unos individuos con una gran agilidad de manos quienes se acercaban a quien estaba repartiendo los votos y en menos de lo que canta un gallo se los cambiaban por los del candidato rival.
Eso también se hacía en el proceso de meter los votos en los sobres, lo que a falta de las sedes políticas que es un invento de ahora, se hacía en las casas de los candidatos, con la ayuda de sus amigos.
Pero no faltaba el infiltrado que haciéndose el pendejo se metía dizque a ayudar y lo que hacía era el gran cambiazo de votos. Así el día de elecciones eran muchas las personas que creyendo votar por el candidato de sus preferencias, lo hacían era por el enemigo.
En unos tiempos de gran sectarismo político donde liberales y conservadores se mostraban a cada momento los dientes, esta jugadita de cambiar los votos era muy peligrosa. Tanto así que en una ocasión, un hombre que fue sorprendido en esa tarea dentro de la casa de un candidato, estuvo a punto de sufrir cierta operación quirúrgica con un cuchillo, la cual habría impedido que tuviera descendencia. Afortunadamente para su “bonitico” la cosa no pasó de unos golpes y un tremendo susto que le quitó para siempre las ganas de cometer delitos electorales.