Se aproximan las elecciones, y por primera vez veo a muchos formando parte de ese variopinto grupo de indecisos que conforman la franja denominada los NS / NR, “los que no saben o no responden” al ser interrogados sobre su intención de voto en las encuestas de opinión. Si bien, esta sección junto con los intencionados críticos que confiesan desde ya su intención de votar en blanco suman algo así como el 20% del potencial electoral, lo que diferencia a los NS / NR de los segundos es que nosotros, los votantes de opinión, terminaremos haciéndolo sí o sí por un candidato de carne y hueso.
Siempre he seguido un ideario de derecha al creer firmemente en las bondades económicas que trae la existencia y prevalencia de la propiedad privada; por el hecho de reconocer que no hay un mejor sistema de asignación de recursos que el libre mercado que permita a su vez que todo emprendedor llegue a ser exitoso; por tener la convicción de que la existencia y eficaz funcionamiento del imperio de la Ley es condición sine qua non para la armonía social y, por último, por la fe que profeso en la existencia de un Creador.
No obstante, mi claro ideario y confesada simpatía que cultivo por el movimiento político que reúne estas banderas, no ejerzo mi derecho al sufragio de manera ciega y fanática. Menos aún si la persona que será elegida conducirá las riendas de la ciudad en la que espero vivir junto con mis dos hijas en el futuro. Hay que hacer la tarea, meterle cabeza al asunto y elegir estratégicamente la mejor opción.