Estamos en una contienda electoral donde elegiremos a los que nos gobernarán en las regiones para los próximos cuatro años. En Colombia, cada día vemos nuevos liderazgos que aspiran a convertirse en verdaderos líderes, siendo ejemplo para la comunidad en el ejercicio de la labor que asuma. Aún falta mucho para que realmente se logre este objetivo que tanto reclama la sociedad. En una competencia, Jugar limpio es una muestra de valores y siempre será aplaudido. La lealtad y el compromiso es uno de los valores más importantes en el ser humano.
El término Líder proviene del inglés leader, y hace referencia a conducir, guiar, dirigir, dirigente o jefe. Un líder es el individuo de un grupo que ejerce una mayor influencia en los demás, se le considera jefe u orientador, éste presenta la habilidad de convencer a otros de que trabajen con entusiasmo para lograr los objetivos definidos.
En la mayor parte de los grupos (partido político, religioso, sociedad etc.) existe un líder, que se caracteriza por ocupar la posición más elevada dentro del grupo.
Aunque las funciones que ejerce un líder son de distinto tipo, destacan entre ellas las funciones ejecutivas y de dirección. Asimismo, el líder planifica las actividades del grupo, representa a éste de cara al exterior, media en los conflictos y, cuando es necesario, estipula premios y castigos
Sobre este tema se ha escrito mucho destacando las habilidades o cualidades de los buenos líderes en los distintos campos. Sin embargo, la realidad nos devuelve una ausencia notable de dirigentes que den la talla y sean realmente capaces de orientar a sus equipos, organizaciones o a los ciudadanos en general. Se quedan cortos ante un reto que exige preparación, dedicación, entrega, sacrificio, desprendimiento y sobre todo, grandeza.
Sin generalizar estamos en un momento en que la falta de líderazgo se ha convertido en algo preocupante y más cuando se avecinan las elecciones del 27 de octubre donde elegiremos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles.
Algunos imponen sus posiciones egocéntricas, su apetito por el poder y por figurar, personas que actúan y toman decisiones carentes de un mínimo sentido común y muy por encima de los intereses y necesidades de la pueblo. La falta de confianza y de valores que cada día vemos y que la consecuencia se ve reflejada en la sociedad con un lema absurdo de que todo vale. ¡Pues no es así!, todo no vale.
En una democracia hay que saber a quién elegir, hay que mirar capacidades de liderazgo, principios fundamentales como es la lealtad y compromiso. Si logramos rescatar aunque sea un poco de esto, en esta contienda electoral, habremos logrado avanzar.
Eligiendo a los mejores líderes y no a los politiqueros. Con este propósito sabremos que estamos contribuyendo a construir un mejor país. Por todo esto quiero invitar a pensar en las capacidades de los competidores para dirigir las regiones en estos próximos cuatro años, pensando en el futuro de las próximas generaciones y de nuestros coterráneos. Y además no nos olvidemos de unirnos en torno al propósito de siempre de combatir la corrupción que ha sido el cancer que ha padecido nuestra querida Colombia. Hoy una vez más “No a la corrupción”.