EDITORIAL
Tras un año de haber sido puesto en servicio el coloso del Bajo Magdalena, comprendido por los puentes Santa Lucía y Roncador, que une la Depresión Momposina en la Costa Norte con el interior del país, la mega obra orgullo de la ingeniería colombiana sigue dando de qué hablar por cuenta de algunas fallas estructurales por la falta de una apropiada señalización, iluminación en su corredor, barandas prolongadas, y que se suma a la imprudencia de los conductores de vehículos livianos y pesados que día y noche transitan por esta importante arteria vial.
Desde su inicio en el año 2020 a raíz del fenómeno de la pandemia que hizo abortar su apertura de manera urgente, esta obra de conectividad regional ha registrado más de veinte accidentes con saldos de muertes de conductores de motos, carros livianos y pesados por las causas antes señaladas, sin que medie el Ministerio de Transporte a través de Invias para solucionar este serio problema.
Se calcula que más de dos mil vehículos diariamente pasan por este puente, considerado el más largo de Colombia, agregándole que la carretera transversal de la Depresión momposina es angosta y con pendientes peligrosos debido a la topografía de la zona.
Todo lo anterior colige que, se hace urgente la intervención de Invias en esta mega obra para corregir las fallas de ingeniería que actualmente presentan los puentes Santa Lucía y Roncador, sumándose al deterioro de la carretera nacional en la transversal de la Depresión Momposina, la cual por el paso de vehículos pesados, día a día se deteriora con amenaza en algunos tramos de derrumbes permanentes.