
Mi familia es muy divertida, una de las cosas más graciosas es la de ponerle sobrenombres a todo. Lo decimos con tanta naturalidad que hay veces que no sabemos o no nos acordamos del origen, pero así lo llamamos.
Tales como: “tengo la puya” (se refiere a un dolor de garganta), “sin hielo” (el que va a la cocina, que traiga un vaso de agua), “halándole las orejas al perro” (jugando cartas) ; y los que tienen nombre y apellido propio: “Ponlo en la Mesita del Desorden” (la única mesa de la casa donde el desorden, era aceptado y todo iba a parar ahí), “eso lo paga Roberto Ruiz” (algo a pagar entre todos) . Y así un sinfín de apodos o nombres únicos.
Pero el más destacado es la Tos Palencia, esta representa una tos muy particular; cuando algún miembro de mi familia que lleve el apellido Palencia (así sea el cuarto o quinto apellido) y comienza a toser, le decimos, con preocupación pero al mismo tiempo con solidaridad: “¡Ay no, la tos Palencia!”
Porque se sabe que lo que viene es una tos que es imprudente, inoportuna, inaguantable y que llega sin anuncio. Además es de alto volumen, es de las que voltea miradas y de las que te hace perder “el hilo” de una conversación. Convierte a todos los que están alrededor en médicos: “tómate este jarabe”, “usa un vaporizador con estas gotitas”, “tres veces al día esta pastilla”, “usa suero fisiológico”, “sóplate la nariz”…
Y lo peor de la Tos Palencia es que dura tres o cuatro meses y además va contigo a todas partes, hasta a lugares donde no quisieras llevarla: Iglesia, cine, teatro… Recuerdo una de las tantas veces que la he tenido, estando en el último año escolar (Sexto Bachillerato), la rectora nos llevó a toda la clase a un concierto de música clásica. Yo estaba sentada en la penúltima fila con Vera, compañera de clase y una de mis mejores amigas. Comenzó el concierto tanto de la orquesta como de mi tos. De pronto siento que me tocan el hombro, volteo y era la rectora del colegio que estaba sentada detrás de mí y me dice: “Creo que debes salirte, no puedes estar interrumpiendo con esa tos”. Pero yo no me quería salir. Vera me dice: “No te salgas, aguántala hasta que termine cada pieza musical y en ese momento mientras todos aplaudimos, tú aprovechas y toses”. Así hice, pero fue una de las horas más largas de mi vida y creo que batí el record de aguantar la tos Palencia por más de tres minutos.
El apellido Palencia es por el lado paterno. Por lo tanto, le pregunté a mi papá cual era el origen del apellido Palencia para una tos y él me cuenta: “Años atrás llegaron los Palencia al pueblo donde nací. Cuentan que los Palencia se fueron estableciendo en el pueblo, pero como en toda población pequeña de aquella época, la gente se caracterizaba por resaltar los defectos de los demás y con más razón si eran recién llegados; buscando a ver que le encontraban a los Palencia, una vez oyeron toser a uno de ellos y como era una tos crónica, la gente inmediatamente comenzó a divulgar que los Palencia padecían de tuberculosis, cosa que no era cierta. Era simplemente con el objetivo de ridiculizarlos.”
Continúa mi papá: “La única Palencia que yo oí toser fue a mi abuela, y es verdad que duró tosiendo por unos meses, entonces como no era una tos causada por ninguna enfermedad particular, no era tuberculosis, no era gripa, no era dolor de garganta…sino que era una tos única, pues en mi familia decidimos llamarla: Tos Palencia.”
Ahora estoy en la biblioteca, pero me toca salirme pues voy a estornudar al estilo “Abuelo Juan” (bueno, ya ese es otro relato).