LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Los expertos internacionales descartan que la pandemia pudiera surgir de un laboratorio, pero tampoco creen que comenzara en el mercado de Huanan.
La esperada misión de la OMS en Wuhan para investigar el origen del virus ha acabado, casi, como empezó. Con una enorme expectación, con situaciones accidentadas –en este caso, una rueda de prensa confirmada solo poco antes y cuya hora de comienzo nadie tenía muy clara-, y casi con los mismos interrogantes. Ha descartado como “extremadamente improbable” la teoría de que el patógeno pudo salir de un laboratorio de esa ciudad china, un planteamiento defendido por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, pero que muchos científicos habían desacreditado. Ha corroborado el paso del coronavirus de un animal al ser humano a través de una tercera especie como hipótesis “más probable”. Ha obtenido nuevas informaciones. Pero continúa lejos de encontrar una respuesta definitiva.
“¿Hemos cambiado drásticamente el dibujo que teníamos antes [sobre el origen del virus]? No lo creo”, resumía el jefe de la delegación internacional de científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el danés Peter Ben Embarek, experto en seguridad alimentaria. “¿Comprendemos mejor las cosas? ¿Añadimos detalles a ese dibujo? Absolutamente”.
Su valoración llegaba en la rueda de prensa de casi tres horas con la que el grupo de catorce científicos internacionales, y sus contrapartes chinas, informaban de las conclusiones preliminares de su misión, que durante casi cuatro semanas ha investigado el origen de la enfermedad en Wuhan, la ciudad en el centro de China que fue el primer foco de la pandemia. Una misión que ha estado rodeada de polémica, retrasos y carga política, y que ha tardado trece meses en poderse poner manos a la obra, demasiado tarde para algunos.
La misión, habían subrayado sus participantes desde el principio, tenía como objetivo servir de primer paso a lo que será una serie de investigaciones más extensas, en detalle, tiempo y área geográfica, para desenredar la madeja que permita llegar en el futuro ―quizá― a determinar con seguridad cómo el coronavirus pasó al ser humano.
Aunque los dos equipos, el chino y el internacional, comparecieron de manera conjunta, sus presentaciones iniciales corrieron por separado. Cada jefe de delegación puso el énfasis en cuestiones distintas. El cabeza de los expertos chinos, Liang Wannian, de la Comisión Nacional de Sanidad, dedicó más espacio a los datos que refuerzan la hipótesis de que el virus no surgió en China. Ben Embarek, a la necesidad de estudiar con más detalle los animales que pasaron por Huanan.
“Todo el trabajo que se ha hecho sobre el virus y la identificación de sus orígenes sigue apuntando a un reservorio natural” de animales, probablemente murciélagos, declaraba Ben Embarek. La teoría que consideran más probable contempla el paso a una especie intermedia, aún no identificada, y de allí al ser humano.
En cambio, consideran “extremadamente improbable” la posibilidad de que el virus escapara de un laboratorio. Los expertos visitaron el Instituto de Virología de Wuhan, el centro al que había apuntado la Administración de Donald Trump por las investigaciones que lleva a cabo sobre coronavirus. Pero, tras su inspección de las instalaciones, concluyeron que “es muy improbable que nada pueda escapar” de ellas.
Sí han recomendado investigar más sobre la “posibilidad” de que la transmisión se produjera a través del “comercio de productos congelados”. China asegura que ha encontrado múltiples casos de restos de virus en envoltorios de este tipo de productos importados y alude a esta circunstancia, entre otras, para defender que el virus pudo originarse fuera de su territorio. “Sabemos que el virus puede sobrevivir en condiciones que se encuentran en estos ambientes fríos, helados, pero no entendemos de verdad si el virus puede transmitirse a los seres humanos” de este modo, comentaba Ben Embarek. “Sería interesante examinar si un animal salvaje congelado que estaba infectado pudo ser un vector potencial” de la transmisión, apuntó.
El mercado de marisco de Huanan, en Wuhan, que estuvo considerado al comienzo de la pandemia como el origen de la enfermedad, vendía un amplio surtido de productos y carnes congelados, además de animales vivos, domésticos o salvajes. Posibles especies sospechosas y que se comerciaban allí son conejos, hurones y ratas de bambú, ha apuntado otra de los integrantes de la misión, la viróloga holandesa Marion Koopmans.
El papel del mercado en la pandemia, subrayó Ben Embarek, “no está claro”.”Sabemos que hubo casos en él, entre gente que trabajaba allí o lo visitó, pero no sabemos cómo se introdujo el virus o cómo se propagó”, ha explicado. Aunque fue un foco de contagio, también hubo otros en otras áreas de la ciudad en aquellos momentos. Huanan “probablemente fue un lugar donde pudo haber fácil propagación, pero esa no es la historia completa”, apuntó. Un posible foco de las próximas investigaciones será el origen de los animales que llegaron al mercado, incluso en otros países, especialmente de vecinos del sureste asiático donde también existen colonias de murciélagos similares a las sospechosas en China.
Otro dato que han constatado los científicos: no han encontrado indicios de la presencia del virus en Wuhan antes de diciembre. “No hay suficientes pruebas (…) para determinar si el Sars-Cov-2 se propagó en Wuhan antes de diciembre de 2019”, dijo Liang Wannian, de la Comisión Nacional china de Sanidad y jefe de la delegación de científicos chinos.
La investigación continuará, ahora “no ligada a un lugar concreto”, apuntó Liang. Los expertos analizarán, entre otras cosas, estudios que apuntan a que el virus pudo estar presente en otros lugares del mundo semanas, o meses, antes de que se detectara por primera vez en Wuhan. “Hay indicaciones de circulación que pasó desapercibida en otras regiones, y vacíos de información”, insistió el experto chino.
La misión de 14 científicos internacionales y sus contrapartes chinos para investigar el origen del virus ―fundamental para evitar otras pandemias en el futuro― había suscitado un enorme interés internacional. China quería desmentir las acusaciones de falta de transparencia y las sospechas de que había obstaculizado y retrasado deliberadamente el viaje. La OMS, por su parte, quería sacudirse las críticas ―reforzadas por el informe de un panel independiente― de que había sido demasiado deferente con Pekín, especialmente al comienzo de la crisis.
A lo largo de todo el año pasado, la misión se convirtió en un motivo de disputa entre China y países occidentales, especialmente Estados Unidos. Pekín y Washington intercambiaron reproches y acusaciones mutuas sobre el origen de la pandemia, mientras las negociaciones para la llegada de la misión se alargaban meses. Los expertos solo pudieron celebrar su primera videoconferencia perliminar en octubre. Su llegada a China, prevista inicialmente hacia el 12 de enero, se retrasó una semana porque Pekín no había emitido los documentos necesarios, cuando ya varios de los expertos habían emprendido viaje. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, abandonó su flema habitual para expresar su “profunda decepción” por el retraso.
El último acto oficial de la misión acabó en el mismo estilo. La rueda de prensa estuvo rodeada de confusión: la OMS anunciaba una hora, las cuatro de la tarde, en una convocatoria enviada por correo electrónico a los periodistas; el Ministerio de Exteriores chino aseguraba que comenzaba media hora antes. Finalmente, se inició con más de una hora de retraso.