Quienes creen que la guerra es la mejor solución para lograr la paz en nuestro territorio al imponer la fuerza del Estado sobre las fuerza al margen de la Ley, están muy equivocados pues está demostrado después de muchos conflictos a nivel mundial que una guerra no la gana nadie.
Puede que muchos digan que si hay un vencedor; y es claro que si habrá un ganador que se jacte de haber derrotado a su adversario en la batalla, pero ese triunfo no será más que simbólico porque en el fondo nadie habrá ganado.
Y no habrá ganado nadie porque nadie nunca en ninguna parte del mundo podrá reclamar una victoria si la misma se ha conseguido a costa de una vida humana.
Así los que proclamen la victoria muy seguramente hayan tenido pocas bajas en sus filas, habrán sido perdedores porque detrás de esas víctimas del conflicto habrán quedado un padre, una madre, unos hermanos y toda una familia que nunca volverán a ver a sus ser querido muerto en la guerra.
Todo esto para decir que el gobierno debe evaluar la posibilidad de reanudar los diálogos con los subversivos del ELN, pese a la acción demencial y terrorista de este grupo al margen de la ley en días anteriores.
Sin lugar a dudas la mejor guerra es la que no se da.
Como un paso atrás en la consecución de la Paz en Colombia puede calificarse la noticia del rompimiento de los diálogos gobierno-ELN. Siempre será una mala noticia el saber que se ha retrocedido en lo que se había avanzado con este grupo al marguen de la ley.
Sin querer justificar la acción de lesa humanidad de estos terroristas, es bueno traer a la memoria que los diálogos Farc-gobierno que llevaron a la desmovilización de la guerrilla más antigua del mundo, se realizó en medio de la confrontación.
En ese orden de ideas, lo ocurrido demuestra, una vez más, que aceptar dialogar en medio del conflicto acarrea un alto grado de fragilidad que es inevitable.
Pero no llevar a cabo los diálogos y lograr unos acuerdos, nos puede estar llevando a revivir épocas aciagas y de mucho dolor que vivimos los colombianos en la cual murieron muchos compatriotas inocentes, miembros de nuestras amadas y valerosas fuerza militares y por supuesto insurgentes que por su condición al margen de ley no dejan de ser nuestros compatriotas y vidas humanas.
La opción de persistir en la búsqueda del fin del conflicto solo por la vía armada, la única garantía que tiene es que serán decenas, incluso cientos, los dramas de padres que lloran la muerte de sus hijos, pero nunca serán los hijos de los que promueven la guerra.