El paro convocado ayer puso a prueba la capacidad de respeto que tenemos los colombianos. Las discusiones previas han estado marcadas por los insultos y el diálogo de sordos que algunos han querido imponer acudiendo a mentiras, verdades a medias e intimidaciones desde y hacia promotores y contradictores.
En medio de tanto ruido ha sido difícil escuchar los argumentos de unos y las explicaciones de otros. Hasta el momento han prevalecido las posiciones ideológicas y las afinidades personales sobre la capacidad de analizar la situación del país. Poner la realidad en blanco y negro es peligroso. Sin duda, Colombia tiene muchos problemas y asuntos por resolver.
Sin embargo, hay avances importantes en muchos de los aspectos discutidos. Reconocer ambas caras de la moneda es la única forma de avanzar. Colombia debe establecer un camino que le permita ir adelante y no un péndulo que la haga tambalearse entre la izquierda y la derecha.
Ayer jueves quienes ejercieron su derecho a la protesta debieron dar un gran ejemplo, demostrando que buscan aportarle al progreso de nuestro país y a la consolidación de la democracia. Ser capaces de protestar sin desmanes, sin violencia, respetando el derecho al trabajo y a la movilización de quienes no participaron en la iniciativa que es el mejor parlante para sus planteamientos.
De este resultado Colombia debe salir fortalecida y eso se logró porque en la mayor parte del país se demostró que los ciudadanos son capaces de exigir sus derechos protegiendo la institucionalidad y los bienes públicos. Los ejemplos de Chile, Bolivia y Venezuela únicamente confirman que la anarquía y el caos solo generan más daño, atraso y pobreza.