Al dictador de Venezuela, amigo de Juanpa -como le gusta que le digamos-, le ha dado por jugar con candela contra Colombia. Ese ignorante e incapaz mandatario inconstitucional, ha mandado tropas a la frontera con Colombia para retarnos, para atemorizarnos, para hacernos reaccionar, para que nos dé temor y para que cometamos el error de responder. Así justificaría su incapacidad y le daría argumentos a su pueblo empobrecido y hambriento para reaccionar contra su vecino, Colombia.
A la prudencia llaman, no podemos darle argumentos al vecino, desesperado por su fracaso, para que el pueblo hambriento reaccione contra nuestro país, es un gran reto que tiene la diplomacia colombiana que no puede caer en la trampa que nos han puesto. Fortaleza sí en la respuesta diplomática, pero no los excesos que quiere el dictador.
Ya lo hemos padecido por muchos años, ya estamos acostumbrados a sus insultos, a sus amenazas, a sus actos retadores contra nuestro país, al delito de darles albergue a los bandidos de la guerrilla, a que se beneficie con el delito de la droga, ahora no podemos reaccionar con la fuerza.
Nuestro Gobierno ha sido prudente como lo exige la situación, no ha caído en la tentación de reaccionar con la fuerza. La actitud del Gobierno no significa debilidad, es la prudencia que se requiere en momentos de tratar con un incapaz desesperado.
Y, otro tema: seguimos con la voluntad manifiesta de no dejar crear riqueza en Colombia. Siempre nos oponemos a hacer uso de lo que la naturaleza nos ha dado, queremos seguir siendo pobres o por lo menos esa es la voluntad de una izquierda que tanto daño nos ha hecho. Ahora el Consejo de Estado no levantó la suspensión a la medida cautelar que autorizaba el desarrollo de proyectos piloto del fracking.
A pesar de que está suficientemente demostrado que la utilización controlada del fracking no afecta en nada el medio ambiente, que no afecta las aguas y que no afecta a la comunidad, nosotros nos sentimos más conocedores que los Estados Unidos, que Australia, que Canadá y tantos países que lo utilizan sin ningún problema. Queremos dejar enterrada la riqueza que Dios nos dio, porque unos izquierdistas de extrema no quieren el desarrollo. Quieren la pobreza del pueblo para justificar la toma del poder como lo han hecho en tantos países. El ejemplo lo tenemos al lado: Venezuela, que era el país más rico de Latinoamérica, ahora es un país con el pueblo aguantando hambre, recogiendo el poco alimento que queda en las basuras, un país sin producción cuando era el mayor productor de petróleo de América.
La izquierda se opone a explotar el cobre que se ha descubierto en Jericó. Quieren dejar enterrada esa riqueza y que el pueblo no se beneficie con el empleo que daría la explotación, que el municipio no aumente sus ingresos, que siga siendo un municipio pobre, pero sentado en la riqueza.
La izquierda no quiere que sigamos aprovechando la riqueza que tenemos en aguas para generar la energía limpia que enriquecerá al pueblo colombiano. La izquierda quiere la pobreza para tomarse, con ese argumento, el poder.