Por su trabajo ya es reconocido como un verdadero gestor de participación ciudadana
Con el correr de los días, el patrullero Ricardo Guzmán Cárdenas, se ganó el respeto de una comunidad sumida en la más absoluta pobreza y miseria. El sector 5 de Noviembre, del barrio La Esperanza, del municipio de Arjona, Bolívar, es una zona catalogada como conflictiva donde las oportunidades son pocas, donde los niños a fuerza de voluntad quieren educarse sin importar que llegan con hambre, en chancletas y a duras penas con una pieza del uniforme, ni hablar de los útiles escolares. La lucha en la Institución educativa Antonio de Latorre y Miranda, es constante para evitar la deserción ante el difícil panorama.
Una maestra licenciada en lengua castellana que lleva varios años sintiendo las necesidades de la población estudiantil, da fe del esfuerzo que hacen los niños y niñas para educarse y no caer en manos de la desesperanza.
Un policía al que antes en esa misma comunidad miraban con recelo y llamaba Tombo, ahora es Guzmán, el uniformado se ha convertido en un “ángel” para esa comunidad y principalmente para la población estudiantil. Con esfuerzo propio y tocando puertas ha logrado colocar un granito de arena para mitigar en algo las necesidades de aquellos niños que luchan por no quedarse sumidos en la ignorancia y a merced de quienes se mueven en el bajo mundo.
Constantemente el patrullero Ricardo Guzmán Cárdenas, quien es oriundo de Armero, Tolima y quien en su infancia vivió en carne propia múltiples necesidades al crecer solo con el apoyo de su madre, acompañado de la licenciada Josefina Arango Hernández, realiza charlas para motivar su autoestima y como él lo llama “salvarlos de una situación sin retorno”.
“Guzmán se ha convertido en un ángel para nosotros en cada acción que hace por esta comunidad marginada deja una gran enseñanza. Estamos muy agradecidos con él y con la Policía que es una entidad con un deseo de servir enorme”, afirma la licenciada Arango, quien entrega alma vida y corazón para evitar que los niños abandonen el aula escolar.
La sede ha sido víctima de robos, enfrentamiento entre pandillas pero aun así continúa el esfuerzo para que los niños no caigan en la desesperanza.
La profe tiene 42 años, 18 de ser maestra, afirma que le parte el alma ver tanta pobreza, pero se regocija con el entusiasmo de los niños quienes en medio de tanta necesidad han tenido ángeles como el patrullero Guzmán quien a punta de rifas y con el apoyo de algunos comerciantes ha logrado llevarles alegría. “Necesitamos mucha ayuda para estos niños, Algunos están sumidos en su mundo y a duras penas conocen el municipio. A Cartagena de Indias que está ahí cerca solo en fotos que yo les muestro”. Afirma.
Al regreso de la pandemia por Covid-19, volvieron peor que antes, algunos ya ni zapatos traían, “comencé a mirar como conseguirles y llegó la ayuda de Guzmán quien se presentó con zapatos para los más necesitados, pues para los que no tenían. No se imagina cuanta alegría despertó en esas niñas, al día siguiente orgullosas mostraban sus zapatos, algunas caminando cojas porque el zapato les tallaba, claro no tenían medias y gracias a Dios pudimos recoger algo para comprárselas. “Esa es una alegría indescriptible”, dice la profe visiblemente emocionada.
La labor del patrullero Guzmán se nota en la comunidad, desde hace tres años que llegó a la población, procedente del Tolima, se dio a la tarea de servir. Guzmán es el mismo que rescató a una perrita de la calle, el que ha gestionado sillas de ruedas, el mismo que hizo un plan desarme a cambios de textos escolares, hace cine en los barrios, jornadas de salud y peluquería. Dice que su misión es seguir sirviendo y darlo todo por los más necesitados.
Lleva un poco más de 9 años en la Policía, entidad de la que está orgulloso y agradecido. Cuenta que desde muy pequeño ayudaba en su comunidad desinteresadamente, pero se ganaba las propinas para comer algo. Fue Monaguillo y junto con sus hermanos vendían empanadas para generar ingresos y sobrevivir.
El patrullero quien la edad de Cristo, no le da pena decir que llegó a la Costa sin conocer nada y que aquí vio por primera vez el inmenso mar caribe. Es padre de familia en cada niño necesitado ve a su hijo, recuerda su infancia y actúa con su calidad de servicio. Por su trabajo ya es reconocido como un verdadero gestor de participación ciudadana.
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