¿Qué es ser viejo?
El COVID-19 amenaza a todos pero suele ser mortal cuando infecta a los viejos. De ahí la pregunta: ¿qué es ser viejo?
Desde la lógica el término “viejo” no indica una cosa ni una cualidad sino una “relación”. Relación con “nuevo”. Viejo en general no significa nada.
Desde el punto de vista que nos interesa, la criatura humana desde la concepción es un ser “relacional” con el otro, el alter ego que lo constituye, anterior al “mí mismo”, condición que le hace persona.
La vejez es la última “parte” de la vida como “todo” biológico, psicológico y espiritual.
Desde el punto de vista médico se comienza a ser “viejo” por los 60 o 70, dependiendo de la genética, los recursos y la cultura.
La cultura del descarte
Ignorar las riquezas del viejo es el resultado de la levedad del ser. El “descarte” del otro en gestación, del senil, de los intoxicados, de los pobres son ejemplos de la acción operativa y sustancial del mal del hombre.
La ancianidad como “recurso y riqueza” social
El Papa se refiere a lo que pasa con el hombre o mujer viejos en la realidad social. Afirma: “Los ancianos poseen un gran valor (social), son un recurso y una riqueza: ¡son la memoria de un pueblo!”. Y da algunas reglas para vivir esta etapa que podrían resumirse en una: “Para envejecer bien hacer el bien”. ¿Cómo? Asumiendo un compromiso a favor de quienes lo necesitan tal y como por ejemplo se observa en los que se comprometen en acciones voluntarias. “El voluntariado promueve lo que se denomina ‘envejecimiento activo’, ayudando a mejorar la calidad de vida…cumplido el papel de padres o el profesional”. “La vejez (debe ser considerada) como la estación del don y la estación del diálogo”, abandonando el estereotipo del viejo como sinónimo de «enfermo, inválido, dependiente, aislado”.
Y desde esa perspectiva el Santo Padre anuncia una nueva era de promoción y aprovechamiento de “los recursos humanos que las personas mayores (son capaces de aportar) a la comunidad”. Este, dice, “es un desafío del futuro” (del discurso del papa Francisco a la Asociación Nacional de Trabajadores Ancianos, 16/12/2016).
“Se trata de activar en el territorio redes de solidaridad que tengan como referencia a las personas mayores como sujetos activos protagonistas y no sólo como objeto de las intervenciones de tipo asistencial”.
Una acción rica en experiencia
“El futuro de un pueblo presupone necesariamente un diálogo y un encuentro entre ancianos y jóvenes (entre lo viejo y lo nuevo, entre el ayer, el presente y el futuro) para la construcción de una sociedad más justa, más bella, más solidaria, más cristiana”, para que la vida trascienda a la muerte.
Es verdad que “los ancianos (tienen) una capacidad única y especial para comprender las situaciones más problemáticas” y complejas, y por eso mismo están llamados a una “gran tarea: transmitir la experiencia de la vida, la historia de la familia, de la comunidad, (y el espíritu) del pueblo”. Y así vemos, en medio de la crisis de la pandemia que la mayor parte de los entrevistados por los jóvenes periodistas son personas mayores. Van por su experiencia y sabiduría. No se trata de idealismo. En el segmento de la vejez se ve lo trabajado, estudiado y experimentado durante la vida entera, con mayor nitidez y veracidad. El viejo activo es una historia viva y un vigía listo, muchas veces, para la acción.
La vejez suele ser una parte muy rica de la vida
¿Cómo es eso? En primer lugar, se trata de aceptar la realidad (“la realidad es superior a la idea”), y enseña Romano Guardini que “sólo envejece de manera correcta quien haya aceptado interiormente su envejecimiento». En cambio, «se engañan y hacen el ridículo” (y envejecen mal) quienes “hacen todo lo posible por encubrir el hecho del envejecimiento aparentando una juventud que no poseen”.
Cuando la vejez es vivida con fe en Dios la oración es “fuerte y poderosa”, dice Francisco. La certeza de la muerte, puesta, por lo general, entre paréntesis por los jóvenes es más patente y próxima para el viejo. Y a pesar de los falsos paradigmas culturales este percibe -como dice Guardini- que “la conclusión” es una oportunidad para “la culminación”, para “llevar a cabo” la obra.
Dios que en la juventud muchas veces es ocultado, como lo son las altas cumbres por las nubes que rodean la montaña. Desde la altura de la vida se hace patente en el viejo. Y se disipan las dudas, así como en el cosmos desaparecen los límites del espacio (“El tiempo es superior al espacio”). De ahí que el anciano sea mas capaz de “conservar y transmitir la fe”, “compartirla”, “rezar” e «interceder”, prestar servicios que abonen el ascenso de su alma por el bien, la verdad y la belleza.
Prepararse, cuidando la vida, sin apuros y con esperanza
Procede esta de la cercanía en que se encuentra la persona que envejece no con el final de su vida, sino con la eternidad. Hacer la suma de las verdades, los bienes y las bellezas vividas y también de nuestros pecados y acercarnos a Dios, a su reino atemporal con la percepción de lo eterno, dice Guardini. Y mientras tanto, poner mi riqueza a disposición de los otros.
“’En la casa de mi Padre hay muchas moradas…’ -dice el Papa que dice Jesús-. ‘Voy a prepararos un lugar’. ‘Volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros’”.