
Las redes sociales como expresión del reconocido humor colombiano, están invadidas de bromas en la cinematográfica fuga de Aida Merlano –caída en desgracia como parte de un entramado de compraventa de votos, falsedades y otros delitos–, dos fenómenos recurrentes en nuestras endebles instituciones quedan al descubierto: la fragilidad del régimen carcelario y la invencible corrupción del sistema electoral. Esta fuga refleja lo putrefacto que está el sistema político en el país, Aida utilizada por los grandes magnates corrutos de la política del Atlántico y la Costa
La cómica y viral huida de la exsenadora Aida Merlano, puso en ridículo a otra Institución del Estado: El Inpec, el organismo encargado de custodiar a los presos de Colombia y de administrar los centros de reclusión.
Recientemente, Aida Merlano había sido condenada, por la Corte Suprema de Justicia, a 15 años de prisión, responsable del caso de corrupción electoral más sonado de la Costa Caribe. El 11 de marzo de 2018, su sede de campaña ‘La casa blanca’, allanada por las autoridades, guardaba miles de cédulas, fajos de billetes en abundancia y planillas de votantes a los que la campaña habría comprado sus votos. Luego, la parlamentaria fue capturada y posteriormente condenada.
Merlano salió de su lugar de reclusión -La Cárcel el Buen Pastor- hacia un consultorio odontológico, ingresó al mismo y luego de tres horas la guardiana y el conductor que la custodiaba se percataron que se había fugado. El video difundido en redes dio cuenta de la cuerda que utilizó y de la moto que la esperaba. Se conoció después, que el consultorio había sido alquilado por el actual odontólogo semanas atrás, lo que prácticamente corrobora que todo estaba fríamente planeado.
Todo parece indicar que, tal vez no solo para ella, era más conveniente agravar su conducta con un nuevo delito, esto es, la Fuga de Presos, que arribar a un acuerdo de revelación que redujera la condena que la obligaba a pasar sus próximos quince años bajo recaudo intramural.
Ahora tendrá ella y quienes le ayudaron a lograr la cinematográfica y osada fuga-, que desaparecer definitivamente, para que pueda entenderse por qué optó por huir en vez de cumplir la cita en El Buen Pastor.
Los colombianos han interpretado la “novelesca” huida como una burla. El Inpec tiene, por estos días, la peor calificación en materia de seriedad. Hubo, en todo caso, una serie de errores como la falta de mayor acompañamiento por parte del cuerpo de custodia y una aparente complicidad de los profesionales de la salud que la atendieron.
La entidad no está funcionando bien, y eso es un hecho notorio, lo cual no quiere decir que así son las cosas en el sistema carcelario, sino, precisamente, para todo lo contrario. Es indispensable que el Ministerio de Justicia y los organismos de seguridad ofrezcan explicaciones a los colombianos, pero, sobre todo, qué medidas adicionales se van a tomar para que situaciones graves y vergonzosas como las de este suceso en el consultorio del tercer piso del Centro Médico La Sabana, no vuelvan a suceder.
Seguramente, muchos en la Costa están festejando porque temían que la hoy prófuga diga la verdad de todas las maquinarias políticas y artimañas que utilizan para conseguir votos y, están esperando que no aparezca. Es deber de los organismos de inteligencia realizar una investigación a fondo y llevar a las celdas los cabecillas de esta forma de hacer política.