
Afalta de pupitres, los estudiantes de la Institución Educativa San Luis Beltrán, del municipio de Marialabaja, deben recibir las clases sentados en el piso de sus salones.
Así lo denunció Juan Carlos Mejía Medrano, docente de ese plantel, quien comentó que el mismo ya cumplió 70 años de fundado y, durante ese lapso, son pocas las veces que se le ha hecho mantenimiento, lo que actualmente indica que debería sometérsele a una reingeniería profunda.
Explicó que la San Luis Beltrán tiene seis sedes tributarias, de las cuales la principal se localiza en el barrio Chumbún, mientras que el resto funciona en los sectores Alto Prado, Villa Noni, Matuya, La Suprema y Pera Bolsillo, las cuales también requieren de ajustes para poder funcionar con eficiencia.
Pero, refiriéndose a la principal, insistió en que debe ser favorecida por una inversión significativa, debido a sus falencias en mobiliarios para los alumnos, lo mismo que la debilidad de los muros que la rodean, los cuales están destruidos en varios tramos.
Asimismo, además de que el colegio carece de una biblioteca, las baterías sanitarias están inutilizadas, el laboratorio se convirtió en depósito de los materiales inservibles y los pisos de los salones están destruidos, al igual que los tableros.
El mismo alumnado se queja de que le cuesta trabajo escuchar una clase completa, por cuanto los salones carecen de ventiladores, con todo y que el calor en ese municipio casi alcanza los cuarenta grados.
“Hace unos días –contó Mejía Medrano–, algunos alumnos vinieron con tablas, martillos y clavos, y arreglaron unas 60 sillas. Pero lo más urgente es la reparación de las paredillas, antes de que ocurra algún percance con los alumnos. Como no tenemos servicio de agua potable, hay momentos en que el mal olor que sale de los baños impide las actividades escolares”.
Respecto a las paredillas, agregó que la fortificación de las mismas no es únicamente para evitar que colapsen y provoquen una tragedia, sino también por una estrategia de orden público, ya que la zona donde funciona el colegio padece el flagelo del microtráfico.