El día 23 de Junio de 1945 Belarmino Conde se fue a la cama bien temprano pues como todos los años lo hacía, quería estar bien relajado para participar en las carreras de caballos en parejas que tradicionalmente se llevaban a cabo el día de SAN JUAN 24 de Junio. Durmió no muy bien dado que lo despertaron unas pesadillas que le interrumpieron el sueño, a diferencia de todos los días que dormía la noche entera sin problemas.
Al levantarse al día siguiente le contó a su mamá que no había podido dormir tranquilo, por unas pesadillas y por mucho que trató de relajarse pensando en el compromiso que había contraído con Don Sebastián de servir de jinete de uno de sus caballos que iban a participar, no le fue posible y más bien las pocas horas que durmió fueron soñando cosas horribles.
Isidora Gutiérrez su mamá preocupada como toda madre, le preguntó:
¿Cuéntame que fue lo que soñaste?
Al decirte la verdad mamá, fueron tantas las cosas con las que soñé que no podría contarte con exactitud que fue, solo se decirte que estoy nervioso y si no fuera porque Don Chano me ha contratado de antemano para que monte al “ tordillo” árabe que importó directamente de Arabia, me quedaría hoy en casa.
Isidora su madre le insiste: pero mijo llama a Don Chano y le dices que yo tu madre amaneció enferma me tuviste que llevar al hospital de emergencia.
No mamá, con perdón tuyo pero eso no es correcto, esto se me pasará, además, no te lo había contado pero Don Sebastián para estar seguro de que yo no le fallaría, me ha hecho un adelanto que fue el dinero que te dí ayer.
Doña Isidora al escuchar los argumentos de su hijo, no le quedó otra cosa que aceptarlos y seguidamente sin mas discusión, le dijo que se sentara a la mesa prque le iba a servir el desayuno que le tenía preparado consistente en los manjares que más le gustaban: o sea, Almojábanas de maíz blanco, queso recién hecho, leche pura hervida y un vaso de jugo de corozo; Belarmino con este anuncio de su madre, se sentó seguidamente a la mesa olvidándose un poco de las pesadillas de la noche. Mientras degustaba los manjares servidos por su madre, ella como de costumbre le había llevado una buena taza de café tinto a la cama y por pura curiosidad no había lavado la taza, corrió a donde la había dejado sobre la hornilla y la puso boca abajo para leer lo que allí saliera.
Aunque no era muy experta en esta clase de interpretaciones del “asiento del café” pudo distinguir muchas figuras que por su distribución la llenaron de temores; entre estas figuras la que más le llamó la atención fue una multitud de puntos negros como de cabezas humanas que se aglomeraba alrededor de una sombra negra que parecía al cuerpo de un con otras sombras extendidos hacia el cielo, que parecían brazos.
No quiso alarmar a su hijo, este terminó de desayunar, cepilló sus dientes, fue a su cuarto, se vistió con un pantalón color kaki, camisa blanca de mangas largas, zapatos mocasines negros y sombrero blanco de palma de Iraca traído de Panamá con su respetivo barboquejo. La madre al verlo tan hermoso elogió la vestimenta, le deseó buena suerte y antes de que abandonara la casa, le pidió que se arrodillara para echarle la bendición
Por qué Don Chano quería que su caballo fuera montado por el jinete Belarmino, sencillamente porque sus caballos corridos en Sanjuanes anteriores, nunca habían perdido; pues hay que recalcar que este caballero se había preocupado por años en, no solo por criar caballos criollos de poca alzada, sino que poseía una cuadra muy selecta obtenida por el cruce de sementales árabes y yeguas mejicanas; por eso era muy celoso de que sus ejemplares fueran primero: al cumplir los tres años de edad adiestrados por expertos entrenadores como el que tenía en la actualidad, un mexicano de Jalisco.
Y desde luego los jinetes que debían correrlos en competencias tradicionales como esta, y en las cuales las apuestas sumaban altísimas sumas de dinero, además en cada carrera se jugaba el prestigio de la casa SEBASTIANA, derivado de SEBASTIAN su nombre de pila. Belarmino gozaba de un inmenso prestigio, un altísimo reconocimiento como uno de los mejores jinetes de la comarca, como ya lo había comprobado en competencias no solo locales, sino nacionales y hasta internacionales.
Pues bien, Belarmino Conde llegó a la casa de Don Chano, después del saludo protocolario, este le mostró el potro que debía correr previa advertencia, una vez más, de que confiaba en él, esperaba por lo tanto el triunfo de su caballo.
Belarmino se cercioró de que todo estuviera bien luego de un examen exhaustivo de la cabalgadura, su estado físico principalmente los cascos y una vez comprobó que todo andaba bien, se montó en el Tordillo y se fue al sitio en donde la carrera debía comenzar situada al comienzo de la CALE DEL MEDIO por ser la más amplia y apropiada para semejante exhibición; al sonido de una trompeta anunciando que debían salir, se inició la carrera, , el potro a mitad de la pista se acercó demasiado a la acera justamente en todo el frente de la casa de las Señoritas Benavides, algo vio el caballo que le asustó, se paró súbitamente en dos patas alcanzando el jinete una ventana de la casa, el impacto de su cabeza con la ventana fue tan fuerte, que lo tiró al suelo.
Tendido en el suelo mal herido, la gente se aglomeró a su alrededor, lo llevaron de inmediato al centro de salud, donde los médicos que estaban de guardia le atendieron prestándole todo los cuidados que merecía el caso, una vez que consideraron que su estado era estable, en un carro particular lo enviaron a el hospital San Juan de Dios de Magangue. Las carreras programadas fueron suspendidas, por supuesto, todo el pueblo apesadumbrado no hizo desde ese instante del accidente sino orar por la salud de Belarmino Conde.
No fue total su recuperación, de la conmoción cerebral no le quedaron muchas secuelas, pero la fractura de la séptima vértebra cervical, con lesión de la medula, lo dejó parapléjico. Desde entonces la Junta organizadora de las carreras de SANJUAN, con su máxima autoridad a la cabeza, el señor Inspector de policía, resolvieron que la fiesta de San Juan no debía acabarse sino que crearon el premio BELARMINO CONDE al mejor jinete de los participantes en cada certamen y a su vez, un segundo premio llamado EL TRORDILLO para el mejor caballo que se destacara por su brío y su nobleza.