Un año después de haber entrado en vigencia el nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia Ciudadana (Ley 1801 de 2016), para algunos ciudadanos no ha mejorado la convivencia.
Es importante anotar que las disposiciones enumeradas en este texto no son del todo nuevas. Por ejemplo, el anterior también traía reglas sobre el ejercicio de la prostitución, el orden público, la salud pública, la integridad personal, el derecho a la reunión, los espectáculos, entre otras.
Incluso, el polémico artículo 163, que posibilita el ingreso de la Policía a un inmueble sin orden judicial en momentos excepcionales, es equivalente a lo que disponía el anterior en el artículo 82. En otros casos, el comandante de la institución podía dar la autorización sin necesidad de la orden de un juez, ahora esa función quedó en manos de los alcaldes.
Pero como hoy existen problemas que no estaban en la agenda hace medio siglo, el nuevo Código detalla los derechos de las personas y sus bienes a la seguridad, restringe el uso de la pólvora, enfatiza en las relaciones respetuosas que se debe tener con niños y adolescentes y demás personas en condición de vulnerabilidad.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de conductas, algunos ciudadanos piensan que este compendio de normas no ha mejorado ni mejorará la convivencia en Magangué.
¿Fracasó la convivencia?
Es verdad que el Código de Policía necesitaba ser actualizado, pues tenemos una Colombia muy distinta, afirma Luis Daniel Terán, politólogo magangueleño. No obstante, considera que es una muestra del fracaso de la convivencia ciudadana.
“Como colombianos y ciudadanos no hemos aprendido a autoregularnos. Por eso, más que códigos y normatividad, debería primar la educación ciudadana. Ya que aprender a convivir nos cuesta tanto. Como dirían reconocidos filósofos, la meta es aprender a vivir juntos, a pesar del conflicto siempre presente en nuestras relaciones sociales”, puntualizó Terán.
Al respecto, Boris Señas Pérez, docente de Comunicación Social de la UNAD, dice que las normas que contemplan sanciones más severas frente a las faltas de los ciudadanos son útiles, pero nunca serán suficientes si no se complementan con sistemas sancionatorios efectivos y procesos pedagógicos de construcción de cultura política y de formación de ciudadanía.