Bajo la premisa de «todo vale», hoy en Magangué y el departamento de Bolívar, muchos políticos y dirigentes que hacen campaña para las elecciones del próximo 27 de octubre, hacen lo que sea para descalificar a su oponente, todo con el fin de ganar réditos a su favor, olvidándose de la ética y el decoro que debe haber en un proceso electoral.
Las falsas noticias, la ofensa personal y dirigida de manera directa a sus contendores, los memes, las falsas denuncias, las amenazas y hasta la muerte, se volvieron el pan de cada día de las campañas.
La fuerza del discurso y las ideas y el discurso son parte del pasado, pues el mismo elector primario ya no tienen en cuenta estas dos premisas y vive más pendiente de lo que se pueda exponer o decir en las redes sociales que hoy por hoy se volvió la mejor manera de llegar a los votantes.
Cada campaña en su interior tienen asesores especializados en hablar mal de sus contradictores auscultando su vida pública y privada con el único objeto de encontrar comportamientos o actos reprochables que les permita deteriorar su imagen y por ende sacarlo del juego político.
Y este juego del canibalismo político de hoy, se han metido también los medios de comunicación, quienes sin hacer un análisis de profundidad de la información que llega a sus manos o que se difunde por portales noticiosos en la red, hacen eco de ella quebrantando así el rigor de la información.
El canibalismo de las campañas en esta justa electoral en donde se busca descalificar a los contendores mediante la diatriba, no deja ver que en el fondo lo que se busca es que el elector primario desvié su atención de los hechos de corrupción en donde están inmersos esas clases políticas que pretenden gobernar.
Esta cultura de canibalismo político agota la paciencia y credibilidad ciudadana en la dirigencia política; esa dirigencia tan falta de valores de moralidad y ética pública, contaminada con actuaciones plagadas de irrespeto, denigrantes, carente de argumentos válidos, llena de odio y ansia por destruir a su opositor, en la que prevalece el interés del beneficio personal sobre el deseo de trabajar por recuperar los valores.
Todo esto nos lleva a concluir que en manos de la ciudadanía está la recuperación de los valores éticos y morales para hacerlos parte de la nueva cultura que debe imperar en nuestra comunidad. Si somos capaces de construir esa nueva cultura en la que predomine la verdad, el debate sincero y transparente, alejado de la calumnia y la mentira; podremos construir esa nueva sociedad que queremos.