A cien días de haber llegado Duque a la presidencia, hagamos un balance de su gestión. Comencemos señalando que de entrada hizo olvidar al mequetrefe, narciso, prepotente, mentiroso y corrupto Juanhampa. Ahora, entremos a los puntos que consideramos relevantes hasta hoy:
1. Ha logrado sentar a la mesa del diálogo propositivo a todos los dirigentes políticos, gremiales y sociales de la nación, algo inéditos en el país, atomizado que encontró.
2. Está sin cálculo revanchista tratando de conciliar en ese orden un financiamiento del hueco fiscal que dejó el nefasto gobierno de la urna de cristal, de más de 20 billones, de nuestros devaluados pesos.
3. Viene perfilando una política de seguridad democrática que permita quitarnos de encima el inri de un narcoestado, con más de 200 mil hectáreas de coca sembradas durante el ilegal acuerdo Timo-Juanhampa.
A eso le podríamos agregar la perspectiva que nos presenta de atender los segmentos de la salud, educación, vivienda y los otros puntos de su programa de gobierno que complementan lo que el pueblo colombiano quiere del nuevo gobernante. Que a solo 100 días ha hecho olvidar la gestión de Timo-Petro y Juanhampa, quienes descuadernaron a la nación y aún pretenden mantenernos en ello. Los que apoyamos a Duque, sabemos que en tan pocos días no podemos exigirle alegremente haya reconstruido la casa, son 4 años de trabajo intenso que él y sus colaboradores deben desplegar para encontrar el camino de la seguridad democrática que ayer nos puso en el contexto internacional como un país que había superado el estigma de la narcopolítica y del narcoterrorismo. Nuestras oraciones pues para el gobernante y su equipo de gobierno que nos permita ver en 4 años la entrega de un estado en orden a quien ha de remplazarlo en el solio de Bolívar. Todo ello para bien de la patria. No hay lugar a dudas de que si retoma ese camino elegiremos un nuevo presidente de su mismo talante, para bien de todos y de la salud de nuestra democracia.