Hablando de las víctimas, que a todos nos duelen, como ayer señalábamos, que no hay un solo colombiano que no quiera la paz; sería muy bueno que los que se ufanan de izquierdistas, no hablen solo del genocidio, de quienes ellos llaman líderes sociales, si no que incluyan en sus discursos a todas las que a diario, fuerzas ilegales a las cuales son afectos y que si se quiere tienen representación en las altas esferas del Estado; secuestran, violan, desaparecen, masacran etc…, no se nos olvida, en ese orden de ideas, que nunca se han pronunciado sobre las masacres sistemáticas de los más de 3000 pequeños, medianos y grandes ganaderos, y que hoy tampoco lo hacen. Más grave aún, es que se erigen como únicos hombres de paz y portadores de la ética y honestidad, que demanda la nación a sus dirigentes. Ahora, camuflados en las toldas del ELN que siempre han fungido como un ejército de destrucción nacional, quieren seguir dilatando la convivencia pacífica, en las zonas rurales y urbanas, donde operaban con la complacencia del anterior gobierno, a sus anchas. Afortunadamente hay un nuevo gobierno con el respaldo de las grandes mayorías de compatriotas, que busca definitivamente terminar, ese juego perverso y dilatorio, de perseguir una paz, que solo ha servido para mantener su lucha de clases, a fin de llegar al poder y convertirnos en un nuevo Estado coptado por el foro de Sao Paulo, igual al de los Cubanos, Venezolanos, Nicaragüenses, Bolivianos, todos ellos en éxodo por el mundo.
Si el gobierno de Duque logra recuperar la política de seguridad democrática que ayer nos sacó del horno de una república fallida, a un Estado de progreso y desarrollo, que se ha visto nuevamente truncado por las políticas laxas de Juanhampa y sus idiotas útiles, que hoy nos tienen en un caos social; los colombianos elegiremos otro gobierno del mismo corte que definitivamente consolide una verdadera reconciliación de los colombianos para un mejor vivir.