Después de la semana santa y de festejar en la institución en donde laboro el día del educador, en el pasillo me encuentre a una de mis excelentes alumnas llorando, una niña joven de 14 años se encontraba muy confundida porque según sus cuentas estaba embarazada.
Ella, con su carita de inocencia, y su mirada perdida en el desespero y en la angustia, desde rato venía sosteniendo relaciones íntimas con su novio y me manifestó que su papá le había dicho que estuviera tranquila que él le daba la plata para el aborto. Pero ella sentía que algo no cuadraba en toda esta historia, sabía que desde que había empezado esas relaciones ya se había equivocado.
Le aconseje, la oriente y le dije que no tuviera miedo y la lleve a bienestar para que le brindaran orientación, quiero manifestar que he vivido muchos de estos casos, lo anterior me llevó a investigar y encontré que a nivel nacional en Colombia 6.320 niñas (según Ministerio de Salud) provenientes de los colegios públicos y privados quedan embarazadas anualmente, una cifra preocupante de niñas embarazadas a temprana edad.
Las entidades del estado enlazan el tema del bienestar de la población, e intentan darle respuesta a esta situación planteando alternativas relacionadas a la distribución de la píldora del día después, a la instalación de dispensadores de condones en los colegios o la implementación en los colegios de una cátedra a la que algunos han denominado “la cátedra del aborto”. Soluciones de pañitos de agua tibia de un problema que tiene otras consecuencias nefastas
Tal vez la respuesta a toda esta situación de nuestros jóvenes está relacionada al mundo en el que ellos están viviendo en la actualidad, vivimos en una sociedad Light, permisiva y erotizada, una sociedad en la que cualquier cosa es posible. Nuestros jóvenes son constantemente bombardeados por programas radiales, películas, propagandas, páginas de Internet y musicales con un alto contenido de la temática sexual.
Un mundo en el que ya nada parece malo y en el que aparentemente todo está permitido. Dios, no les interesa, ni la espiritualidad, ni la oración. Muchos jóvenes se mueven en un mundo materialista y nada más.
Sin embargo puedo afirmar que conozco una franja de niñas y de jóvenes que si marcan la diferencia, viven en un mundo contaminado pero el acompañamiento de sus familias y sus valores espirituales les han permitido sobrevivir en medio de una selva en la que todo el mundo intenta devorarlos. La diferencia está en esa forma de analizar con madurez que la vida tiene muchas etapas y que es necesario quemarlas lentamente.
A una niña de 14 años que ya empezó su vida sexual hay que repetirle lo que hasta la misma naturaleza le está gritando, que todavía no es el tiempo, ser mujer es más que acostarse con el novio de turno, ser mujer y mamá es una responsabilidad muy grande que va más allá de la simple costumbre de abrir y cerrar las piernas como se cierra y se abre la puerta o la ventana de la casa.
Las cifras de niñas escolares que quedan embarazadas es preocupantes, una cifra a la que hay que prestarle atención no solo repartiendo preservativos, sino educando a las familias; de lo contrario la espiral seguirá repitiendo su ciclo y las cifras serán cada vez más grandes.
Al papá de la joven, amigo mío, le dije que no sea tan irresponsable porque una sexualidad mal orientada es más peligrosa que una moto sin freno o un sicario en potencia. Porque si a la hija que hoy está embarazada él le propone que aborte, mañana cuando le diga que tiene Sida ¿entonces qué le responderá?, la buena educación empieza en la casa, se fortalece en el colegio y se pone a prueba con los amigos. Hay soluciones que son falsas y peligrosas, hay soluciones que son más nocivas que el mismo problema.