Parodiando al célebre compositor barranquillero Nelson Pinedo, en su bonita canción «Las tres Perlas del Caribe», donde hace alarde a la grandeza de Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, cabe en este triste momento de la historia, traer a cuento la lamentable situación por la que atraviesa la capital de Bolívar, ante el total abandono de sus autoridades frente al irresponsable manejo de su alcalde y concejales, en donde la violencia campea por sus calles, barrios, playas y lugares públicos.
Dice el maestro Pinedo que «Cartagena la Heroica está dormida», no solo al referirse a su gloriosa historia, sino también frente a la indolencia de sus autoridades, que se refleja en la desidia del gobierno, donde pulula la inseguridad, el hambre, la pobreza extrema, la corrupción, el desaseo y toda suerte de marañas que han devaluado miserablemente la importancia de este tesoro de Colombia ante el mundo.
Los recientes hechos de sangre, acaecidos en Cartagena, con la absurda muerte de un comerciante y de su hija de once años, deja en entredicho que la ciudad está a la deriva, sin brújula y lo que es peor dejada a su suerte.
El imperio de la impunidad está carcomiendo el tejido social de los cartageneros y visitantes, que no encuentran sosiego a sus vidas, porque la muerte está detrás de la oreja de todas las personas.
Mientras tanto, sale el flamante alcalde cantinflesco a desconocer la realidad de la ciudad que supuestamente gobierna, hasta el cinismo de a cuatro vientos proclamar que las fiestas populares novembrinas no se cancelan. Si ocurre en días normales actos de vandalismo y violencia, quien garantiza que para las llamadas Fiestas de Independencia de este mes, la inseguridad no se dispare y genere más duelo a una ciudad que está hastiada de violencia social.
Es que desde hace mucho tiempo Cartagena de Indias no tiene alcalde, porque como hilvanada de colcha, han desfilado locos, delincuentes, payasos y maniáticos por el palacio de gobierno en la plaza de la Aduana. Es hora de lanzar al unísono un grito ciudadano por Cartagena, para que esa noche negra se acabe y con ella la indolencia de unos gobernantes ineptos y mediocres.
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